viernes, 29 de mayo de 2009

Sobre la música chicha y su transformación en "cumbia"

La música es un elemento vivo de la humanidad; se retroalimenta cruzando todas las fronteras: las físicas, las ideológicas y las estéticas. Grandes compositores académicos europeos y norteamericanos (los llamados "clásicos") basan muchas de sus obras en manifestaciones musicales de distinta índole, raza, cultura, sociedad y tiempos.

Pero también es cierto que existen los períodos donde se dan predominancias diversas. Lo más común es que éstas épocas las determinen los imperios y culturas dominantes, quienes impondrán, por lógica, sus propios gustos y visiones de la vida. A esto se le llama moda.

Un ejemplo clásico de cómo los gustos y preferencias navegan por las sociedades es el del tango, y su historia es lo que más se asemeja a nuestro caso. El tango era una música de "arrabal", creada por los negros esclavos argentinos (que también crearon la milonga) la cual tenía aceptación solo entre los sectores más pobres de Buenos Aires (principalmente, entre los emigrantes europeos). Sin embargo, por esas cosas del destino, su más alto representante llamado Carlos Gardel, nacido en Francia, tuvo el genio musical suficiente para encandilar a la clase alta francesa, la más culta de su tiempo. El mismo Rey de Francia le pidió un "bis" cuando cantó ante él en su gira a Europa. Al regreso de la misma el tango, de ser una música despreciable en los ambientes cultos de la capital, se convirtió en "la favorita" (no podía ser menos, si el mismo Rey de Francia la cantaba) y de allí saltó a la fama universal. Fue la venia europea la que convirtió a este género en lo que hoy es. Algo parecido le ocurrió a la hoy innombrable "chicha" cuando triunfó en Italia (“La colegiala”).

Un segundo caso notorio es el de el rock norteamericano (originalmente llamado rhythm and blues). Música de esclavos negros, despreciada por el mainstream gringo, tuvo que blanquearse para poder ingresar al mercado "blanco" y convertirse en el gran negocio que es hoy. La fórmula mágica se llamó Elvis Presley (el Gardel norteamericano) quien estableció ese puente cultural al poner la voz de negro al cantar. Sin Presley no existirían los Beatles, sus admiradores, y por lo tanto, no existiría toda la historia que hoy conocemos.

El proceso musical peruano está en plena maduración y ha llegado, como en los casos del tango y el rock, a salir de los arrabales o los barrios marginales de donde nació a los lugares más exclusivos de la sociedad. A partir de aquí viene la siguiente etapa donde los sectores más pudientes suelen asumirla como suya y la trabajan incorporándole otros elementos. Esto hace que esta música se enriquezca. El paso final, como suele ocurrir, es cuando los compositores académicos la empiezan a usar como base para sus futuras creaciones, cosa que enriquece a todos, tanto al pueblo que la creó como a la clase superior que la enalteció.

Según esto, entonces, la aparición de grupos como Bareto pareciera que nos anuncia la pronta llegada de algún Gardel o Elvis que convertirá a la antigua “chicha” en una nueva forma de expresión musical que será el aporte del mundo andino a la cultura universal contemporánea.

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