viernes, 29 de mayo de 2009

El despertar de las naciones andino-latinoamericanas y la búsqueda de un sistema no occidental de gobierno

Hasta ahora no se ha dado en toda Latinoamérica un análisis serio y neutral del fenómeno que se ha suscitado en todos sus pueblos. Lo más cómodo es apegarse a las referencias intelectuales que proporcionan las universidades, totalmente occidentalizadas, y, a partir de allí, encasillarlo dentro del esquema mundial como uno más dentro de otro.

Pero ¿realmente es así? ¿Será cierto como dicen los intelectuales académicos que estamos ante un proceso típico de las democracias incipientes con tinte latinoamericano, el cual sufre cada cierto tiempo de “inmadurez y retrocesos” como los de Chávez o Fujimori, “dictaduras” de izquierda y de derecha? ¿O será como dicen los izquierdistas que estamos ante una fase de la crisis del Capitalismo lo cual hace estallar el sistema generando el despertar de los diferentes actores en busca de una revolución socialista?

Pero lo que se ve es que ninguno de los dos bandos tradicionales quiere dar su brazo a torcer y se niegan a admitir la existencia de un nuevo fenómeno socio-político propio de la resurgencia de las naciones andinas, un proceso distinto al devenir de Occidente y que busca su espacio dentro del contexto mundial. No es casualidad que los pueblos latinoamericanos hoy no sean los mismos de hace 30 años. El pensamiento oficial se niega a admitir que ha habido una transformación intrínseca de una civilización que se está buscando a sí misma en sus propias raíces y no un encaminamiento hacia formas occidentales contemporáneas.

Es por eso que todos los grupos tradicionales de poder (y sus clases medias adláteres) hasta ahora no quieren aceptar la idea de que este pueblo que siempre tuvieron a su disposición y sumiso ya no es el mismo. Ha cambiado, ya no es aquel al que se le endulzaba fácilmente con promesas nunca cumplidas. De tantas frustraciones sufridas hoy ha encontrado su propio sendero y lo manifiesta a través de los procesos eleccionarios. El temor de los grupos dominantes (tanto económicos como intelectuales) los hace calificarlo como “el antisistema” que en realidad no hace mas que esconder una gran verdad: son el antidominio, el cambio de manos en el control de los países. A eso es a lo que tanto le temen en realidad.

Estamos a no dudar ante una verdadera transformación social en el mundo latinoamericano y ante el recambio de grupos de poder. Todavía las clases tradicionales dominantes tienen la esperanza que esto sea solo un exabrupto de la historia, algo así como los errores a corregir dentro de un sistema estable. Pero tal parece que la historia es irreversible, y hoy los pueblos, más instruidos y conscientes que hace tres décadas, tienen ya otra visión de sus propios mundos y realidades.

En el caso particular del Perú, solo dentro de esta lectura es que se podrá entender el fenómeno que se inició con Fujimori (el aparente antisistema), continuó con Toledo (el aparente autóctono reivindicador) y que tendrá que seguir, nos guste o no, con el siguiente paso que es la elección de aquel/ella que represente la compleja ideosincracia andina-latinoamericana. Se trata de fases de un proceso que va in crescendo y que no se puede revirar. Los intelectuales tendrán que admitir, tarde o temprano, que negando la realidad no es cómo ésta se puede comprender.

 

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