viernes, 29 de mayo de 2009

La selva y la conquista del mundo por Occidente

En un momento en que la civilización occidental se mira y se evalúa para ver cuál es la magnitud del error que comete con el planeta, producto de su forma de entender a la naturaleza como objeto de estudio, las transnacionales se aprovechan de los gobiernos corruptos y mafiosos de los países subdesarrollados para hacer negocios con sus caciques y lograr que les den las leyes que les permitan apoderarse de sus riquezas y territorios.

Todos sabemos que la Tierra está plagada de materia de diverso tipo que, bien analizada y empleada, sirve para todo uso en la industria. Y aunque en muchos casos esa investigación trae ciertos provechos y beneficios, al hacer un balance final nos damos con la sorpresa que el dominio de naturaleza por el hombre (occidental) lleva finalmente a la destrucción de esa fuente de riquezas.

Porque en verdad no se trata solo de riqueza sino principalmente de poder. El Occidente ha acuñado una frase que dice: “Conocimiento es poder”, dando a entender que, canalizando las fuerzas de la materia, cierto grupo humano puede imponerse sobre el resto. Las pruebas de ello son contundentes, tanto que hoy vemos los resultados.

Todos los conflictos que hoy vive el mundo tienen un solo origen: la expansión y el apetito de las transnacionales por apoderarse de los recursos naturales. Por eso se entiende Irak, Afganistán, Somalia, Perú y un largo etcétera, en razón a que en todos estos países existen reservas comprobadas de todo tipo de minerales y de vegetación valiosísimas para la supervivencia de las grandes superpotencias.

Las invasiones se producen con los argumentos conocidos de “lucha contra el terror y contra los subversivos, para llevar la libertad y la democracia”; ello justifica enviar los ejércitos a esos lugares semi-abandonados donde solo habitan “indios salvajes”, quienes, por supuesto, “se oponen al desarrollo” debido a su ignorancia y a las perversas influencias de los Ben Laden y los guerrilleros tipo Sendero Luminoso.

Pero ni es Ben Laden ni es Sendero: son los pueblos de la Tierra que pagan el precio del hambre desenfrenado de poder de las grandes empresas, quienes se encuentran en una loca carrera por ver quién se apodera y patenta primero todo lo que encuentran a su paso (primero patentan, luego investigan).

El caso peruano es un ejemplo de ello. Los grandes poderes mundiales ya han decidido que la selva amazónica sea de su propiedad, por eso han forzado a sus gobiernos títeres como el de Alan García para que den leyes que favorecen la apropiación “legal” de millones de hectáreas de vegetación y minerales allí escondidos. Como era de esperarse, los grupos nativos que allí viven son los primeros en sufrir las consecuencias pues pierden territorio, derechos y autonomía.

Sin embargo el gobierno peruano sale a argumentar que “el territorio peruano no es de los que lo habitan sino del gobierno”, con lo cual justifica que, cómodamente, desde Palacio de Gobierno, se firme un documento que avale la vergüenza de entregarle a los extranjeros toda la riqueza. Con una frase muy publicitaria y efectista tratan de respaldar sus actos.

Pero no todos los peruanos somos tan simples en los análisis para caer en el juego. Se está entregando la cuenca del Amazonas a las transnacionales para que ellas eludan sus compromisos internacionales y, a futuro, terminen por considerar que esa riqueza es “patrimonio de la humanidad y no de un grupo de nativos ni de sus gobiernos corruptos”, usando la lógica tradicional de Occidente de irrogarse el derecho sobre algo por considerar que, quien lo tiene, no lo sabe usar.

Y como los peruanos “no sabemos usar los recursos que tenemos” entonces es mejor que la “comunidad internacional” se encargue de ellos pues ella sí sabe qué hacer. Y lo que van a hacer, ya lo sabemos, no es otra cosa que perpetuar el milenario concepto de explotar las riquezas de las colonias para beneficio de la metrópoli. ¿No ha sido acaso así desde hace siglos en el caso de Europa y ahora de Estados Unidos? Es obvio que de todo esto siempre se benefician un grupo de personas del lugar quienes, haciendo de serviles lacayos, se ponen felices a las órdenes de los poderosos extranjeros. La mayoría de éstos suelen tener pasaporte de otras nacionalidades y residen realmente fuera del país.

En conclusión, estamos ante una fase más de la expansión de la visión y el pensamiento occidental que, llevado por una filosofía moderna y científica que trata de entender al mundo y a la naturaleza a través de una razón instrumental que considera que el dominio sobre ella es el objetivo final del ser humano, creencia que lo va a llevar, de un modo u otro, a apropiarse de la Luna, de Marte, de Venus, del sistema solar y de las galaxias, pues según ello “es destino manifiesto del hombre la conquista del Universo” (teoría norteamericana del pueblo elegido para tener hegemonía sobre la Creación). Aquí, en este pensamiento típicamente occidental, es en donde reside el origen de todo lo que está ocurriendo, cosa que no veo cómo pueda detenerse a no ser que Occidente cambie radicalmente su forma de entender al mundo. (Pero para ello tendría que ocurrir una revolución interna y profunda, que no si sabemos si va a ocurrir o si realmente ellos la quisieran).

 

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