jueves, 10 de enero de 2019

El cristianismo, ese imposible


El cristianismo en realidad nunca fue una religión; era un esfuerzo espiritual que intentaba ir más allá de lo que las leyes y normas convencionales de toda sociedad exigen. Fue convertido en religión como una manera de aplacarlo, de quitarle su fuego revolucionario y subversivo. El Maestro mostraba con el ejemplo qué cosa era el cristianismo, cuál era su mensaje: pasar por el calvario, por el vía crucis y morir en nombre de la verdad y el amor. Demasiado reto para que sea fácil aceptarlo.

No basta con ser buenos
Si el objetivo del Cristo hubiera sido decirnos que “teníamos que ser buenos” no necesitaba hacer lo que hizo: todas las religiones, las autoridades, las sabidurías y disposiciones legales y populares dicen lo mismo: tenemos que respetar al vecino, ayudar al prójimo, cumplir con nuestros deberes y ser personas probas y de bien para nuestra sociedad. Tanto el judaísmo como las leyes romanas lo especificaban claramente y era algo que cualquiera, pobre o rico, sabio o necio, podía cumplir sin ser crucificado.

Una propuesta atrevida
Pero el cristianismo en realidad está más allá de ser solo buenos ciudadanos, buenas personas o de hacer el bien; todos lo hacen, hasta los que se dedican al delito (como lo demuestran las mafias y hasta los más connotados narcotraficantes). El cristianismo trae una propuesta atrevida, conspiradora, que rasga por completo el orden de toda sociedad. Nos propone que no es suficiente con ser solo buenos, con cumplir bien nuestros deberes, con hacer caridad con los pobres o acudir a los templos a rezar y hacer los sacrificios. Para eso no se requiere saber qué es el cristianismo. Éste trasciende lo que pensamos que es lo correcto.

Su objetivo
El Cristo dijo que el objetivo era otro al que cualquier sociedad nos obliga; se trataba de eliminar de nuestra alma, de nuestro espíritu y de nuestro ser, el egoísmo, la soberbia, la ambición y volvernos simples y humildes como el que menos. Despreciar las cosas que nos rodean como valor y verlas solo como parcialmente útiles y nada más. Apartarnos lo más posible de la riqueza y de los placeres de la vida mundana para vivir con la mayor sencillez posible. Y todo ello hacerlo en nombre de Dios, que es bueno incluso con los malos.

El prójimo antes que nada
Pero no solo eso: además decía que a Dios no se le adoraba en el templo puesto que él no lo necesita como tampoco necesita los rezos ni sacrificios: Él lo tiene todo. Lo único que Dios le pide al hombre es que trate a su prójimo como si Él lo fuera, que en vez de dar limosna al templo y al sacerdote se le dé a quien más le urge; que en vez de apoyar y beneficiar a los más poderosos se haga eso mismo pero con los más débiles y necesitados. Todo esto ninguna sociedad lo pide; al contrario, el ser “buenas personas” no implica que abandonemos nuestros beneficios, privilegios, derechos y glorias.

Casos aislados
Hubo algunos que, arrebatados por el entusiasmo, se dejaron llevar íntegramente por dicho mensaje (como San Francisco de Asís, hijo de un rico comerciante) y se lanzaron a la aventura de ser cristianos auténticos, al margen de lo que la religión oficial dice que es. A quienes como San Francisco tuvieron la suerte de sobrevivir a ello (debido más a su origen aristocrático) los convirtieron en “santos” como una manera de excluirlos y alejarlos lo más posible de la gente común para nadie siguiera su ejemplo. Fueron calificados de “iluminados”, de seres excepcionales que existieron “porque Dios lo quiso”; pero el resto debe dedicarse a su vida rutinaria. Ser santo, ser cristiano, es solo una excepción, no la regla.

El cristianismo hoy
Hoy en día el mensaje cristiano, después de tanta manipulación, tergiversación y utilización, está desdibujado, deformado y trastocado, adaptado a una vida moderna que es, por el contrario, todo lo opuesto a lo que significaría ser cristiano. Los “mercaderes del Templo” que fueron azotados y echados por el Maestro con ira, son, por el contrario, quienes se han impuesto en el mundo creando la llamada “Sociedad de mercado”, por encima de la sangre real y la disposición militar de los emperadores. “Éste mundo”, el mundo moderno, no es el del cristianismo ni mucho menos: es el del dinero, el del hombre, el del demonio aquel que le propuso al Mesías tener poder a cambio de que lo adorase. Actualmente ser cristiano es solo un título desgastado, que ya no sirve para nada útil.

¿Es aún posible ser cristiano?
Pero ¿puede el mensaje todavía tener sentido? Si lo vemos estrictamente sí, puesto que las condiciones que se describen en el Evangelio son casi las mismas en lo esencial. Salvo en la tecnología, que es como un cuchillo que puede ser bueno o malo según se lo use, el resto es exactamente igual: la envidia, el odio, la soberbia, la ambición, el desprecio, la vanagloria, la hipocresía, la mentira, el crimen, el abuso y todo lo demás siguen siendo hoy tal como eran durante aquellos tiempos evangélicos. La llamada “evolución” es solo una quimera inventada por los poderosos para hacer creer que “la humanidad ha cambiado” cuando lo único que ha cambiado realmente son los conocimientos científicos y técnicos que en nada afectan ni la mente ni el corazón del hombre.

El mismo reto
De modo que ser cristiano, tal como se planteó en su origen, sigue siendo tan válido y a la vez tan “imposible” como lo fuera desde un comienzo. Imposible puesto que el tratar de serlo implica una serie de renuncias y de denuncias que así no más nadie está dispuesto a realizar. Es difícil que alguien quiera abandonar lo que tanto le ha costado: la seguridad, la tranquilidad, el prestigio y honor de ser “un buen ciudadano”, solo para seguir unas normas morales extremas que, a fin de cuentas, no son necesarias para vivir. Y si por alguna razón lo intentáramos, inmediatamente nos daríamos cuenta de el por qué el Redentor fue tratado como lo hicieron y terminó como lo hizo. No tiene mucho sentido que alguien se haga cristiano y no sufra al menos una parte de lo que el modelo, el guía, sufrió. Ni antes ni ahora el mundo está dispuesto a admitir esas “creencias” o “recomendaciones” que hoy podemos leer en el Evangelio.

Quién sabe
Pero quién sabe; viendo las posibilidades que este mundo humano le ofrece a la gente (mundo planteado como una lucha por la sobrevivencia donde no existe espacio para la piedad hacia los débiles) no es improbable que quizá alguno lo intente de nuevo. ¿Por qué razón? Tal vez porque, a pesar de lo que se asegura con firmeza, la existencia de un Dios no sea algo tan descabellado como ahora parece. Que pueda ser que el destino de la humanidad no se reduzca a cómo se alimenta, se reproduce y muere como hoy en día nos afirman que es. Que es probable que haya un plan divino tan misterioso que de algún modo nos esté esperando para que sea la única vía que tengamos para liberarnos de la vida común, corriente y rutinaria que hasta ahora vivimos como si fuera la única posible. Quién sabe si esta verdad no haga libres.


domingo, 10 de junio de 2018

Extraterrestres y ángeles: problemas de comunicación

Escribo para los que les gusta el tema OVNI y los mensajes "del más allá". No deja de extrañar la enorme cantidad de "contactados" a quienes "los extraterrestres" o "los ángeles" se dirigen para pedirles "que haya paz en el mundo". Recordemos si no a los tres pastorcillos de Fátima si creen más en la religión que en lo paranormal. No niego que eso pueda suceder puesto que no tengo pruebas de lo contrario (a diferencia de los escépticos profesionales que niegan sin haber siquiera investigado y se basan en sus libros). Pero sí puedo expresar mi extrañeza por la manera cómo estos "seres superiores" se comunican con nosotros.
Porque definitivamente ni los pastores ni las personas comunes y corrientes deberían ser los receptores de estos "mensajes" tan importantes. Pues si fuera cierto que "estamos a punto de destruir el mundo" creo que dicha preocupación ameritaría no perder el tiempo en conctactarse con un cualquiera que no tiene capacidad para hablar sino con alguien que sí tenga influencia y capacidad para impedir dicha destrucción. En pocas palabras, los contactos y comunicaciones de otras dimensiones deberían hacerse a los más apropiados, a aquellos que sí pueden hacer algo por cumplir con el "mensaje de paz" que dichos seres suelen transmitir siempre de manera insistente.
¿Por qué no escogen bien a sus contactos?
¿Son estas entidades tan hábiles para venir de otras galaxias o del mismo cielo y no se dan cuenta que están hablando con un pobre diablo o con un don nadie? ¿No pueden elegir un poco mejor con toda la enorme tecnología o sabiduría que dicen tener? Y esto no lo digo por algo que haya sucedido hace poco o hace algunos años: lo digo porque es una tónica que se repite desde hace siglos, desde hace miles de años según se puede leer en la Biblia.
Pero ¿cuándo viene por fin el "fin del mundo"?
En dicho libro se predice un cataclismo debido a que el ser humano "desconoce a Dios" (Apocalipsis) y promete que "muy pronto vendrá el castigo divino como consecuencia de sus actos malvados". Pero ya ha pasado mucho tiempo, el suficiente como para preguntarnos ¿acaso no ha sido ya bastante la demostración de maldad del hombre como para que ya se produzca de una vez el Armagedón o algo parecido? Sin embargo todo sigue igual, los extraterrestres continúan enviando "mensajes de advertencia" de que "si no cambiamos nuestro comportamiento van a venir grandes desgracias" pero nada pasa.
Un consejo sano
Yo les recomendaría a dichos seres extraordinarios que, si realmente quieren evitar algo, se dirijan directamente a los grupos de personas que son los que toman todas las decisiones buenas o malas del planeta. No son muchas: no pasarán de 20 los que realmente deciden hacer las guerras o matanzas. La gran mayoría de la humanidad solo vivimos nuestras vidas y nada más. No sabemos de nada y nada decidimos sobre el conjunto de la sociedad. De modo que les pediría que no se desgasten en comunicarse con pastorcillos o con "contactados" porque ellos nada van a hacer más que causar algo de risa o, en el mejor de los casos, que la gente construya una ermita donde dicen que les hablaron. 

sábado, 9 de junio de 2018

La música popular del Perú


Desde que cerraron las casas editoriales de música en el Perú el país se convirtió en un "mercado de consumo" de lo que se produce afuera. Al peruano no le quedó más remedio que canalizar sus sentimientos, alegrías y tristezas, por no decir su visión del mundo, a través de las canciones venidas principalmente de EEUU, el mayor centro de producción de sonido del mundo.
Pero no todo lo que se hace allá es lo que los peruanos "consumimos": solo nos envían lo que consideran que es lo más apropiado, lo que "nos va a gustar", o sea, la "latin music", la música norteamericana hecha por latinos, por la sección latina de las disqueras. Eso fue la salsa, un producto de Nueva York para migrantes latinoamericanos que se sentían identificados con lo que dicho género representaba para ellos. Y si funcionó para los migrantes también tenía que funcionar para los demás.
En Latinoamérica no todos somos "afrolatinos"
El problema con ello es que no todos somos "afrolatinos" ni vibramos con las congas y los movimientos frenéticos negros. La gran mayoría de latinoamericanos no tenemos raíces africanas y carecemos del biotipo o conformación para gozar de ellas. Pero eso no es lo importante sino la dependencia que se ha generado con respecto a la "moda" dictada por Norteamérica.
La moda del hip hop
Su principal producto de exportación ahora es, una vez más, los ritmos negros de Nueva York, esos que crean los más pobres y con los cuales tratan de liberarse de la discriminación y el racismo. El hip hop o reggaetón, una especie de rítmica para hablar muy típica de las tribus africanas desde hace miles de años. Y en nuestro andino y raleado Perú surgen, como antes sucedió con los grupos rockeros, miles de jóvenes que encuentran en ello "su expresión" sin saber que eso tiene un origen específico y que sirve para manifestar un tipo de sentimiento que aquí no tiene sentido ni razón de ser.
La gente los ve en los micros haciendo malabares con la rima pero se hace notoria la enorme distancia que hay entre los que lo hacen y lo que el peruano común y corriente piensa y siente. Prueba de ello es que para los cantos patrioteros futbolísticos se prefiere una criollada o seudo canción criolla para cantarle al Perú que un rap afronorteamericano.
El resurgimiento
Pero para no ver solo lo malo de lo que ocurre la alternativa que ha surgido ha sido, a mi entender, excelente. Se trata de la cumbia andina o la chicha, como se prefiera. Analizando bien el fenómeno lo que se observa es que son producciones propias que están acopiando lo mejor que tiene la música nacional. Están ahí los mejores cantantes, los mejores bailarines, los mejores músicos y, en especial, los mejores arreglistas.
A muchos "clasemedieros" esta música les parecerá "inferior" al jazz (el género de los "inteligentes que sí saben de música") pero es solo porque no tienen amplitud de criterio y solo aprecian lo que les gusta, que no es lo mismo que valorar lo bueno. Las grabaciones, los discos locales son cada vez mejores y no tienen que envidiarle nada a los chilenos o a los estudios de California. Se nota que cada día se perfeccionan y encuentran nuevos caminos. Incluso hasta los videos han evolucionado, como podemos comprobar con el de Corazón Serrano "Hasta la raíz", un cover de Lafourcade pero una creación magistral de Ángel Films, a mi entender el mejor video musical hecho hasta ahora en la historia de la música peruana.
Lo que necesita
Sin embargo ¿qué falta aún? En mi opinión letra, contenido, profundidad en su expresión. Eso que tuvo el tango cuando buscaban poetas para ponerles los textos a la música, eso que tenían Pinglo y Chabuca Granda: conocimiento, observación, sensibilidad para expresarse, grandeza en la palabra. Esa es la principal razón por la que la canción criolla ha muerto: por la ausencia de inteligencia, por la vulgaridad y simplismo de su decir que no se condice con esta época. La cumbia peruana tiene que dar un paso más y es hacia su vinculación directa con la vivencia de la gente (algo de lo que sí tuvo Chacalón). Y en segundo lugar también tiene que recuperar la belleza de la melodía; no todo es "mover el cucú". La música es algo más que bailar frenéticamente; también es oír, gustar, paladear, soñar, navegar en el inconsciente. Dos elementos, letra y melodía, que avizoro muy pronto veremos presente en este género auténticamente peruano. 


lunes, 4 de junio de 2018

¿Criollismo o criollada? Sobre la actual situación de este género



La pasión futbolística ha desatado una ola de nacionalismo que hace mucho no vivíamos los peruanos. Eso no es invento nuestro: lo viven todos los países del mundo, y es algo fomentado por todos los Estados sin excepción. No digo que no sea natural: el amor a la tierra, a lo propio, lo es. Lo que es exaltado es el nacionalismo, una vinculación extrema hacia una idea de identidad llamada patria o nación.

Para el anarquismo esa idea de nación o de patria es perniciosa, y argumentan que el ser humano está preparado para vivir sin una macro organización puesto que le basta ponerse de acuerdo de manera inteligente para que todos sean libres de vivir como quieran sin que existan leyes que lo dispongan y normen. Los filósofos griegos estoicos se llamaban a sí mismos "kosmou polites" o ciudadanos del mundo porque decían que no tenían que sujetarse al hecho de haber nacido en determinado lugar y tiempo y que por ello se sentían más libres que los demás.

Más fuerte que nuestros deseos
Pero a pesar que esa idea siempre ha rondado la cabeza de mucha gente, y no sin razón, lo cierto es que nos guste o no nacemos humanos e hijos de una madre determinada a quien no se puede dejar de amar por lo que es y por lo que nos dio. Si somos lo que somos es porque ella (o él) así lo quisieron, y actuamos de acuerdo con eso sin poder evitarlo. Nacer no es un acto voluntario y nadie nace donde quiere ni como quiere. Por lo tanto el amor, el afecto hacia lo que nos dio la vida, es natural, tal como lo demuestran todos los animales.

Primero somos masa, después individuos
Pero tampoco somos solo hijos de nuestra madre natural sino también ella forma parte de un contexto llamado sociedad en la cual vive y a la cual nos inserta casi siempre con éxito. Mucho antes que tomemos conciencia de nuestra individualidad lo que somos es parte de un todo, de una masa no diferenciada y nuestro mayor esfuerzo lo dedicamos a "hacer como hacen los demás", a imitar, a aprender de otros cómo tenemos que vivir. Sin esa actitud natural no aprenderíamos ni a caminar ni a hablar ni nada; nuestra primera noción no es individual sino colectiva.

Solo después, en nuestro proceso filogenético, es que nos hacemos individuos, cuando tomamos conciencia que además de ser parte de un todo somos también seres autónomos, con capacidad de pensar y actuar al margen de lo que indiquen las mayorías. Muchos animales también tienen esa facultad, en especial los mamíferos, de modo que eso es exclusivo del ser humano. Pero esa individualidad no nos hace ajenos a nuestro medio puesto que es muy difícil, si no imposible, llegar a vivir completamente solos; un ser absolutamente solitario es un ente destinado a su desaparición, es el expatriado o expulsado condenado a la muerte en vida. Por lo que necesariamente nuestra realización como seres vivos tendrá que ser siempre en sociedad.

¿Y qué hay de la música criolla?
Pero ¿qué tiene que ver esto con el criollismo? En que la expresión de una sociedad se manifiesta muchas veces en sus manifestaciones culturales, una de las cuales es la música. En el caso concreto actual, la música criolla se ha convertido en un símbolo patrio dejando de ser lo que fue en sus comienzos: una expresión popular de fiesta, de amor y de pasatiempo. Esto por un lado puede significar que dicho género se ha realzado obteniendo una categoría superior a la que tenía, pero por otro lado ha sufrido también una transformación que, quiérase o no, la ha deformado.

Porque las expresiones musicales populares suelen caracterizarse por ser espontáneas y un reflejo del momento en que se vive; son un termómetro o una manifestación que demuestra el sentir de aquellos que no encuentran otra forma de dar a conocer lo que sienten y piensan. Y si estas empiezan a ser constreñidas por un Estado que requiere de mecanismos de unión o de uniformización el resultado es que adquieren un carácter o "cliché" que las aleja de lo que originalmente fueron. Ha pasado siempre en distintas ocasiones en la historia en que el Estado se apropió de una determinada música y la convirtió en un símbolo nacional.

Cuándo nació la criollada
Con la música criolla peruana ha ocurrido esto. Durante la época de Velasco se buscaron distintos elementos que contribuyeran con su ideario nacionalista y uno de ellos fue la música. Ello recayó en la creatividad de un compositor, Polo Campos, quien contribuyó con el pedido de crear canciones criollas de exaltación patriótica que fueran con la línea aquella. Polo Campos no era un cualquiera. A pesar de su origen ayacuchano alcanzó un éxito extraordinario surtiendo de melodías a la industria fonográfica peruana que estaba necesitada de temas que, por su llegada, fueran vendibles y así resultara un buen negocio invertir en ellas.

Esa resultó ser la era de oro de la música criolla pero también su fin. Se la transformó de ser una manifestación de una forma de vida (criolla) a ser únicamente una "canción", un valse, festejo o polca, desligándola de sus raíces y causales. Ya no era el criollo quien la creaba y entregaba a la sociedad sino el "especialista en crear música criolla para las ventas" el que instalaba el género en el imaginario colectivo nacional. ¿El resultado? Mientras que la industria del disco desapareció hasta el día de hoy la idea de música criolla vinculada a la fiesta, diversión, jarana o juerga quedó entre la gente, así como la idea de que "es patriótica".

Cómo se ve a la música criolla
Por supuesto que toda canción puede ser patriótica (como lo demuestran muchos valses hechos durante la Segunda Guerra con Chile así como la denominación de "marinera" creada por Gamarra) pero eso no la vuelve "patriotera", y hoy por hoy, si hay alguna música "patriotera" esa es la criolla, aquella que utilizando letras elementales y pegajosas demuestra una "peruanidad" que casi solo sirve para los eventos deportivos, nada más. Los "criollos" son ahora personajes pintorescos dedicados, como si fueran "personal trainers", a levantar el entusiasmo por los símbolos patrios apoyando, quieran o no, a todos los gobiernos de turno.

¿Qué se ganó y qué se perdió? 
Se ganó en popularidad masiva, porque tanto en las barras bravas como en las reuniones familiares se opta por esta expresión salpicada de licor, bulla, gritos y fanfarria entendiendo que el criollismo es para destapar nuestros instintos más primitivos envueltos en una bandera. Pero se perdió todo lo demás: el afecto, la pasión, la poesía, el retrato popular, la sensibilidad, el cariño, la sutiliza y sobre todo: la inteligencia. Una letra más o menos bien escrita resulta ser "demasiado complicada" para saltar y gritar en un partido de fútbol. Canciones como las de Chabuca Granda, la máxima expresión de cultura en dicho género, son detestadas por muchos músicos por ser "muy tristes y aburridas", solo para pituquitas delicadas.

En conclusión
Si hay alguna explicación a la decadencia de la música criolla peruana actual es por causa de su vulgarización patriotera y por la idea comúnmente aceptada que "es para la juerga" y no para el cerebro, para el alma ni para cualquier otra cosa. La juventud prefiere el género rap o hip hop (que nada tienen que ver con nuestra realidad) para expresarse, aunque esto dista mucho de llamarse música y aún está a años luz de ser poesía. No opta por lo criollo porque no lo ve "serio", y muchos artistas no se dan cuenta de ello y prefieren dejarlo así. Los pocos cultores "privados" de los llamados centros music
ales se dedican más a una labor de investigación histórica (canciones "del pasado") como si el solo rescatar lo antiguo fuera suficiente. Conocer el pasado es fundamental siempre y cuando se mire hacia el futuro. Quedarse en él es condenarlo a la muerte.

viernes, 30 de marzo de 2018

El cristianismo, ese imposible



El cristianismo en realidad nunca fue una religión; era un esfuerzo espiritual que intentaba ir más allá de lo que las leyes y normas convencionales de toda sociedad exigen. Fue convertido en religión como una manera de aplacarlo, de quitarle su fuego revolucionario y subversivo. El Maestro mostraba con el ejemplo qué cosa era el cristianismo, cuál era su mensaje: pasar por el calvario, por el vía crucis y morir en nombre de la verdad y el amor. Demasiado reto para que sea fácil aceptarlo.

No basta con ser buenos
Si el objetivo del Cristo hubiera sido decirnos que “teníamos que ser buenos” no necesitaba hacer lo que hizo: todas las religiones, las autoridades, las sabidurías y disposiciones legales y populares dicen lo mismo: tenemos que respetar al vecino, ayudar al prójimo, cumplir con nuestros deberes y ser personas probas y de bien para nuestra sociedad. Tanto el judaísmo como las leyes romanas lo especificaban claramente y era algo que cualquiera, pobre o rico, sabio o necio, podía cumplir sin ser crucificado.

Una propuesta atrevida
Pero el cristianismo en realidad está más allá de ser solo buenos ciudadanos, buenas personas o de hacer el bien; todos lo hacen, hasta los que se dedican al delito (como lo demuestran las mafias y hasta los más connotados narcotraficantes). El cristianismo trae una propuesta atrevida, conspiradora, que rasga por completo el orden de toda sociedad. Nos propone que no es suficiente con ser solo buenos, con cumplir bien nuestros deberes, con hacer caridad con los pobres o acudir a los templos a rezar y hacer los sacrificios. Para eso no se requiere saber qué es el cristianismo. Éste trasciende lo que pensamos que es lo correcto.

Su objetivo
El Cristo dijo que el objetivo era otro al que cualquier sociedad nos obliga; se trataba de eliminar de nuestra alma, de nuestro espíritu y de nuestro ser, el egoísmo, la soberbia, la ambición y volvernos simples y humildes como el que menos. Despreciar las cosas que nos rodean como valor y verlas solo como parcialmente útiles y nada más. Apartarnos lo más posible de la riqueza y de los placeres de la vida mundana para vivir con la mayor sencillez posible. Y todo ello hacerlo en nombre de Dios, que es bueno incluso con los malos.

El prójimo antes que nada
Pero no solo eso: además decía que a Dios no se le adoraba en el templo puesto que él no lo necesita como tampoco necesita los rezos ni sacrificios: Él lo tiene todo. Lo único que Dios le pide al hombre es que trate a su prójimo como si Él lo fuera, que en vez de dar limosna al templo y al sacerdote se le dé a quien más le urge; que en vez de apoyar y beneficiar a los más poderosos se haga eso mismo pero con los más débiles y necesitados. Todo esto ninguna sociedad lo pide; al contrario, el ser “buenas personas” no implica que abandonemos nuestros beneficios, privilegios, derechos y glorias.

Casos aislados
Hubo algunos que, arrebatados por el entusiasmo, se dejaron llevar íntegramente por dicho mensaje (como San Francisco de Asís, hijo de un rico comerciante) y se lanzaron a la aventura de ser cristianos auténticos, al margen de lo que la religión oficial dice que es. A quienes como San Francisco tuvieron la suerte de sobrevivir a ello (debido más a su origen aristocrático) los convirtieron en “santos” como una manera de excluirlos y alejarlos lo más posible de la gente común para nadie siguiera su ejemplo. Fueron calificados de “iluminados”, de seres excepcionales que existieron “porque Dios lo quiso”; pero el resto debe dedicarse a su vida rutinaria. Ser santo, ser cristiano, es solo una excepción, no la regla.

El cristianismo hoy
Hoy en día el mensaje cristiano, después de tanta manipulación, tergiversación y utilización, está desdibujado, deformado y trastocado, adaptado a una vida moderna que es, por el contrario, todo lo opuesto a lo que significaría ser cristiano. Los “mercaderes del Templo” que fueron azotados y echados por el Maestro con ira, son, por el contrario, quienes se han impuesto en el mundo creando la llamada “Sociedad de mercado”, por encima de la sangre real y la disposición militar de los emperadores. “Éste mundo”, el mundo moderno, no es el del cristianismo ni mucho menos: es el del dinero, el del hombre, el del demonio aquel que le propuso al Mesías tener poder a cambio de que lo adorase. Actualmente ser cristiano es solo un título desgastado, que ya no sirve para nada útil.

¿Es aún posible ser cristiano?
Pero ¿puede el mensaje todavía tener sentido? Si lo vemos estrictamente sí, puesto que las condiciones que se describen en el Evangelio son casi las mismas en lo esencial. Salvo en la tecnología, que es como un cuchillo que puede ser bueno o malo según se lo use, el resto es exactamente igual: la envidia, el odio, la soberbia, la ambición, el desprecio, la vanagloria, la hipocresía, la mentira, el crimen, el abuso y todo lo demás siguen siendo hoy tal como eran durante aquellos tiempos evangélicos. La llamada “evolución” es solo una quimera inventada por los poderosos para hacer creer que “la humanidad ha cambiado” cuando lo único que ha cambiado realmente son los conocimientos científicos y técnicos que en nada afectan ni la mente ni el corazón del hombre.

El mismo reto
De modo que ser cristiano, tal como se planteó en su origen, sigue siendo tan válido y a la vez tan “imposible” como lo fuera desde un comienzo. Imposible puesto que el tratar de serlo implica una serie de renuncias y de denuncias que así no más nadie está dispuesto a realizar. Es difícil que alguien quiera abandonar lo que tanto le ha costado: la seguridad, la tranquilidad, el prestigio y honor de ser “un buen ciudadano”, solo para seguir unas normas morales extremas que, a fin de cuentas, no son necesarias para vivir. Y si por alguna razón lo intentáramos, inmediatamente nos daríamos cuenta de el por qué el Redentor fue tratado como lo hicieron y terminó como lo hizo. No tiene mucho sentido que alguien se haga cristiano y no sufra al menos una parte de lo que el modelo, el guía, sufrió. Ni antes ni ahora el mundo está dispuesto a admitir esas “creencias” o “recomendaciones” que hoy podemos leer en el Evangelio.

Quién sabe
Pero quién sabe; viendo las posibilidades que este mundo humano le ofrece a la gente (mundo planteado como una lucha por la sobrevivencia donde no existe espacio para la piedad hacia los débiles) no es improbable que quizá alguno lo intente de nuevo. ¿Por qué razón? Tal vez porque, a pesar de lo que se asegura con firmeza, la existencia de un Dios no sea algo tan descabellado como ahora parece. Que pueda ser que el destino de la humanidad no se reduzca a cómo se alimenta, se reproduce y muere como hoy en día nos afirman que es. Que es probable que haya un plan divino tan misterioso que de algún modo nos esté esperando para que sea la única vía que tengamos para liberarnos de la vida común, corriente y rutinaria que hasta ahora vivimos como si fuera la única posible. Quién sabe si esta verdad no haga libres.

domingo, 25 de marzo de 2018

Mitos que se caen junto con PPK

La caída del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski nos deja un sabor amargo a todos puesto que con él se caen una serie de ideas que hasta hace poco creíamos que eran de algún modo “verdades” indudables. Resumo diez de ellas pero pueden ser más o bien pueden no ser las correctas, pero son aquellas que, a mi parecer, se han venido repitiendo insistentemente en los medios de comunicación durante los últimos años.

1. El país es una empresa
No lo es y, por lo tanto, no puede ser gerenciado por un empresario, un economista o un contador. La misión u objetivo de un país no es “producir ganancias” o hacer buenos negocios; la razón de ser es el bienestar y beneficio de sus pobladores y para ello no es requisito buscar la mayor rentabilidad en las finanzas, como lo demuestran varios países que logran ingentes ingresos a la par que tienen a sus pueblos en la más absoluta miseria.

2. Los tecnócratas son los mejores para gobernar
Los especialistas o tecnócratas son expertos en su oficio específico pero no tienen las condiciones ni la preparación para el mando o conducción política de una nación. No es lo mismo ser el técnico que el piloto, el mecánico que el capitán.

3. La economía lo es todo, estúpido
El dinero por sí solo no hace nada: necesita a una persona que lo sepa usar. Ganar mucho dinero no hace a nadie más inteligente ni capaz. Los mayores logros se pueden realizar con mínimos recursos si se utiliza bien la inteligencia y el esfuerzo humano, como así lo demuestra la historia de la humanidad. Ser rico tampoco lleva a nadie a la felicidad, como lo podemos observar por la enorme cantidad de ladrones, narcotraficantes, herederos y ganadores de loterías que están lejos de ser considerados como felices. La felicidad no es tener sino estar satisfecho con lo que se tiene.

4. Las inversiones son lo más importante
Se puede invertir en un negocio que vaya en perjuicio del ser humano y de la naturaleza, se puede invertir de mala forma, en contra de las leyes y mediante corrupción (como nos lo demuestra el caso Lava Jato), se puede invertir en empresas que buscan principalmente explotar y aprovecharse de la pobreza de la gente (como sucede en todos los países subdesarrollados). Invertir por invertir no resuelve nada y más bien puede empeorar las cosas si es que de por medio no hay una idea clara de qué se quiere lograr con dichas inversiones.

5. El Congreso es inútil
La diferencia entre la monarquía, la dictadura y la democracia es que ésta última requiere para serlo de un Congreso donde se albergue a la oposición para que exista un equilibrio de poderes y se expresen e investiguen los que encuentran las fallas de cada gobierno. Además el Congreso es el que elabora las leyes en función a los intereses de la población y no de los grupos de poder. Eliminar al Congreso, por la razón que sea, es abandonar el régimen democrático.

6. La corrupción la cometen los funcionarios públicos
La corrupción, como el matrimonio, es un acto de dos: del público y del privado, donde el privado busca al público para obtener de ello una ganancia ilegal. El caso Lava Jato muestra que el origen de la corrupción está en la ambición de los privados por obtener ventajas a costa de los públicos a quienes se les ofrece dinero por ejecutar malas maniobras. Por ello la corrupción debe ser combatida con la misma severidad tanto en la parte privada como la pública.

7. La derecha o la izquierda son de por sí malas
Tanto la derecha como la izquierda en todas partes del mundo tienen que coexistir, cada una representando a un sector de la población. Si prevalece solo una y se margina a la otra se genera un desequilibrio que suele terminar en caos o guerras civiles. Un gobierno estable debe procurar siempre aceptar que ambas posturas coexistan y para ello se debe buscar el término medio que permita alcanzar el equilibrio como punto de acuerdo entre las dos partes.

8. El país debe estar alineado con el poder mundial de turno
Las grandes potencias tienen sus propios intereses que no contemplan los de los otros pueblos, y todo gobierno debe tener siempre presente ello. El escuchar y obedecer al poderoso no asegura que el gobierno interno sea estable y que su población esté de acuerdo con que se oriente todo solo para beneficiar a los negocios y empresas extranjeras. Ni a Toledo ni a PPK les sirvió de nada poner sus gobiernos al servicio de Washington; sin un mínimo de autonomía para pensar en el propio país se cae en el extremo de la desnacionalización que lleva a la larga a un descontento profundo y a una inevitable crisis.

9. La política es enemiga de un buen gobierno
Todo el que participa en la administración pública hace política y haga lo que haga afectará al país. Nadie es absolutamente neutral pues toda persona tiene al menos una idea vaga de lo que es la política. Aducir que se es técnico o que solo se obedece órdenes es una manera de justificarse pues nada obliga a que una persona no pueda renunciar a su puesto si nota que algo no se está haciendo bien. Todos somos políticos a pesar nuestro y no hay forma de eludirlo.

10. Los novatos son preferibles a los viejos
Las recientes elecciones han demostrado que los “nuevos”, los que nunca han hecho política partidaria, los “outsiders”, pueden ser tanto o más capaces de ser corruptos o hacer peor las cosas. El no haber participado nunca en nada no asegura la probidad y eficiencia de nadie. El provenir de la empresa privada o de una gerencia particular no significa que se sabrán hacer correctamente las cosas y con la necesaria honradez requerida.

jueves, 15 de marzo de 2018

Un comentario sobre si hubo o no hubo algo antes del Big Bang

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En primer lugar no hay que olvidar algo que es muy importante y que pocas veces se toma en cuenta: qué es la ciencia. En la mayor parte de los casos la pensamos como una "respuesta", una "explicación" sobre aquello que percibimos, algo así como un profesor que, ante la inquietud de los alumnos, toma la palabra y tranquiliza a todos con una exposición que parece sumamente "lógica". Culminada ésta los niños respiran tranquilos y vuelven a sus rutinas con la certeza de que "todo está en su lugar".

Pero lamento decir que esa imagen idílica, tan seria y ordenadora, no se corresponde con la realidad de lo que es la ciencia. Claro, para quienes no tienen nada que ver con ella o están lejos de interesarse en lo que los divulgadores y medios de comunicación construyen es lo mejor que puede haber. Pero cuando exploramos más a profundidad de qué se trata resulta que el susodicho muñeco se desarma.

La ciencia, más que una respuesta, es una pregunta, una inquietud, una proceso de averiguación sobre algo que nos llama la atención e intentamos entender mediante una serie de símbolos o nombres con los cuales ayudamos a nuestros cerebros a captar las cosas. Sin embargo la naturaleza no tiene esas "leyes" que nosotros le endilgamos ni se "ordena" en base a un sistema que denominamos "matemática", todo lo cual tampoco existe más que en nuestra mente y que tuvo un origen eminentemente religioso que preferimos ni mencionar.

Por otra parte, a esta relatividad de lo que es nuestra mente intentando captar la realidad, se suma el hecho la ciencia es solo una "momentaneidad", un instante dentro de un proceso inacabable de conocimiento. Nada en ella está concluido; todo es perfectible, modificable, sustituible, transformable. Hacer afirmaciones categóricas en la ciencia solo es útil dentro de un contexto específico como puede ser el lanzamiento de un cohete. Estas "leyes" que conocemos son las que nos permiten lanzar esos objetos al espacio con mucho esfuerzo y limitaciones, pero estas mismas leyes no nos permiten imitar la facilidad con que se desplaza un OVNI el cual, obviamente, se conduce a través de otras "leyes" que aún no imaginamos que existan.

Supongo que en este punto muchos esbozarán una leve sonrisa socarrona al ver que alguien que se presume de "inteligente" introduzca en una reflexión seria la palabra "OVNI" pues se parte del presupuesto que la realidad es únicamente aquello que ésta ciencia determina, tan igual que el creyente en la Biblia sonríe cuando alguien menciona una verdad que no está señalada en dicho libro. Pero nada hay más serio que observar cómo una serie de fenómenos suceden a nuestro alrededor, constatados por todos los medios y fuentes, a los cuales se les pone de lado como "seudociencia" simplemente porque ponen en entredicho las "verdades" contemporáneas que con tanto celo sostienen un sinnúmero de catedráticos y premios Nobel y con las cuales publican y viven.

Eso ya lo hemos visto en la historia cuando Galileo pedía a sus opositores que miraran por su telescopio para que constataran lo que decía y ellos se negaban "por principio", pues así vieran lo que vieran el cuestionado científico "estaba equivocado". Claro, en la ciencia, actividad humana, está también todo lo bueno y lo malo de nuestra humanidad puesto que es una obra de humanos, no de dioses. Lo que quiero decir es que a veces le tenemos tanto apego a nuestra torre de Babel construida con tanto esmero y sacrificio que el que aparezcan pequeños indicios que la desacrediten nos enerva y aterroriza puesto que le tenemos pavor al confirmar que finalmente estábamos totalmente equivocados.

De modo que la ciencia ni es ni la propia naturaleza ni lo que el ser humano imagina que es sino solo una manera momentánea de suponer que "tal vez las cosas sean así, pero parece que es todo lo contrario". Cualquiera que conoce la evolución de la ciencia actual lo puede constatarlo con solo leer un simple libro de historia de la ciencia donde se comprueba que, año a año, lo que se creía ser una "verdad", ahora resulta ser solo un "error", perdonable por las limitaciones de su época, pero error al fin. ¿Qué nos hace pensar que todo lo que creemos ser "sumamente certero" el día de mañana lo abandonemos entre risas? Y más aún: ¿cuántas cosas que antes se daban por "tonterías" hoy se resucitan porque explican mejor la realidad desde el punto de vista actual?

Este vaivén de creencias, de afirmaciones y certezas que van y vienen no las puede comprender el lego para quien la ciencia "tiene que se el sustituto de la religión, tiene que ser la verdad". Al menos, eso es lo que nos hacen creer en el colegio y en la universidad: que lo que decía la religión era "la ignorancia" y que lo que dice la ciencia es "la verdad". Y así lo piensan y creen la gran e inmensa mayoría de estudiantes incluyendo muchos científicos de renombre. Simplemente cambiaron las verdades de la religión por las verdades de la ciencia. Esto por supuesto es muy cómodo porque evita entrar en dudas existenciales que nos causas demasiada incomodidad ante la vida. Siempre es preferible pensar que "todo está explicado" a que "todo es parcial y momentáneo". Quienes recuerdan la primera versión de El planeta de los simios puede entender bien la diferencia entre "el conocimiento correcto" y "el conocimiento real", pues ambas cosas nunca son compatibles por la presencia del poder.

Finalmente, sobre la especulación de qué hubo antes del Big Bang, nuevamente vemos que se prefiere partir de una "teoría" ampliamente aceptada por la "comunidad científica" (recordando a los famosos consensos de sabios que decidían en su conjunto lo verdadero de lo falso, como en el caso Galileo) pero que no es la única como bien lo difundió en un texto Enrique Pfeifer (Cosmología: ¿ciencia o ideología?)1. Pero eso no es todo puesto que aún es posible especular sobre un centenar de teorías más, todas las cuales, incluyendo las del "consenso", son igualmente imposibles de demostrar con la tecnología actual. Solo se puede hablar de ellas en el idioma puramente especulativo de la física teórica, donde todo es posible y nada es verdad. 

De modo que en mi opinión se parte de una premisa falsa o no demostrada (de que hubo un Big Bang) para sobre ello especular qué otras posibles connotaciones se pueden deducir de ello. Es como tomar un camino equivocado y, mientras se lo recorre, se habla y discute acerca de los muchos destinos a los cuales se puede llegar, cuando en verdad el camino termina en un precipicio. En ese caso es mucho más científico admitir que en este terreno, el del Universo, el método científico moderno no es suficiente (como quien tiene una regla que se queda corta para tomar ciertas medidas) y que por lo tanto es necesario dejarlo de lado para construir otro método de conocimiento que nos permita abordar magnitudes mayores a las terrestres. 

Solo con esa actitud valiente y honesta, que no le teme a desandar lo andado para ir por la senda correcta, que no se amilana si tiene que recurrir a sistemas antes calificados de "brujería", avanza la ciencia. Pero la resistencia a echar por la borda esta linda torre de Babel llamada "el método científico" es enorme en la medida que con él se han desarrollado muchas cosas e inventos muy útiles para la era moderna y la sociedad de mercado pero inútiles para afrontar una nueva forma de sociedad que no tenga esos parámetros comerciales. Solo así pienso que el ser humano podrá esperar llegar a las estrellas durante su corta existencia. 

1 Adjunto el artículo de Pfeifer que cuestiona la verdad universal del Big Bang.

Verdad, ciencia y paradigmas

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Al respecto del control sobre las investigaciones de fenómenos desconocidos


Si bien es conocida y aceptada en parte la idea de que los llamados "paradigmas" se imponen en cada época y sociedad eso no quiere decir que la ciencia se abra paso por sí sola; lo que sucede es que lo que cambia es el poder (como del eclesiástico al burgués en el caso de Europa) y es ese nuevo poder el que establece aquello que es "lo verdadero" de la ciencia.

"La ciencia" en realidad es solo un constructo mental, una palabra que pronunciamos o escribimos; pero lo real y concreto, su aplicación, está a cargo de quienes deciden qué de lo que se sabe "es oficial" y qué no. No basta con que un científico aislado en un laboratorio descubra algo; ese experimento, ese estudio, por más que esté bien hecho, puede ser visto como una amenaza, un peligro para determinadas entidades comerciales (laboratorios) o estatales (el ejército) y por lo tanto se lo "silencia", se "confisca" y se margina al susodicho científico. El caso Galileo, que ilustra esto, sucedió en la era pre moderna, pero el caso Tesla ocurrió ya en la era moderna.

Los científicos entonces son solo los obreros que trabajan sobre la materia; sus resultados necesariamente tienen que pasar todos por el tamiz del poder. Pero el poder no solo es el Estado: es principalmente el establishment, que es más que un gobierno (que es algo pasajero) o un Estado (que implica solo un ámbito local). Como sabemos, las revistas internacionales de ciencia, los grandes laboratorios, las instituciones de investigación, universidades u ONG privadas tienen dueños que no conocen fronteras, y sus representantes son quienes "aprueban o desaprueban" las investigaciones dependiendo del grado de implicancia que ellas tengan para el normal funcionamiento de la sociedad de mercado. Más importante que los descubrimientos en sí es la evaluación de si eso afecta o no los intereses y el control de dicha sociedad. Exactamente igual que lo que ocurrió con Galileo pero con un sentido más "comercial", menos religioso.

De modo que ideas como que "la ciencia se abre paso" son solo puras fantasías, simples creencias que albergan muchos de los que todavía, ilusamente, desligan la ciencia del poder cuando en realidad son un binomio indisoluble. Lo que le faltó en sus análisis al filósofo Thomas Kuhn, creador de la noción de “paradigma” en su obra La estructura de las revoluciones científicas, fue el factor político en la ciencia debido a que muchos de los "teóricos" como él cometen el error de creer que el estudio de la ciencia es algo puramente ajeno a los intereses humanos, como si trataran con un problema matemático o con jugadas de ajedrez.  

Desde siempre se ha dicho que "conocimiento es poder" y la ciencia hoy más que nunca significa únicamente poder (revisemos el caso de la creación de la bomba atómica en Álamo Gordo y sus ilustres personajes como Fermi, Oppenheimer o Einstein manipulados por Truman). De modo que si algún día cambian los "paradigmas" no será para que la ciencia sea como quisiéramos que fuera, clara e imparcial, sino para que sea lo que siempre será: el reflejo de la sociedad que existe en ese momento.

En conclusión, los cambios de "paradigmas" no se dan realmente en la ciencia sino en el poder, el cual necesita incorporar nuevas formas de entender la realidad pero orientadas de acuerdo con sus intereses.


martes, 13 de marzo de 2018

La canción de autor, o trova, en el Perú


El siguiente es un comentario surgido a raíz del artículo “Canción de autor en España: memorias off the record” publicado en Internet  por autor no especificado con la intención de dar un punto de vista particular sobre dicho fenómeno en el ámbito peruano.

La expresión musical llamada Trova se remonta mucho más atrás en la historia del hombre, y se sobreentiende que no ha habido pueblo que no haya contado con un poeta o un trovador que cante sus vicisitudes y conserve su memoria.

En el caso particular de Occidente, la historia de los trovadores ha sido variada y compleja, habiendo pasado por diferentes etapas que van desde las más sencillas y opacas (poetas cantantes que iban de pueblo en pueblo viviendo con lo que podían) hasta las más notables (los juglares en la Edad Media europea que eran recibidos gratamente en las cortes como vehículos de información y distracción). Más contemporáneamente esa función la desempeñaron jóvenes cantantes de la pos guerra cuyo éxito despertó la ambición de las casas disqueras.

La influencia y presencia de los trovadores está necesariamente vinculada al curso de los acontecimientos históricos que determinan el grado de importancia e influencia en cada una de sus sociedades. En el caso de Norteamérica, las guerras mundiales y la proliferación de lo medios de comunicación produjeron una etapa de cambios en la década de los sesenta. Una manera de canalizar esa situación fue el surgimiento de los poetas-cantores quienes emplearon el rock y el folk para comunicarse. Este fenómeno se prolongó hasta comienzos de los años setenta para, finalmente, ser absorbido por la maquinaria económica que, eliminando su contenido poético-político, hasta la actualidad viene empleando solo su forma y su estructura musical (las consabidas fórmulas de grupos rock con indumentaria y gestos desaforados, elementos que se dirigen de manera exclusiva a los jóvenes, en vista que son ellos los grandes consumidores y sostenedores de la industria de la música).

Como consecuencia de ello se puede decir que, actualmente, los poetas-músicos auténticos de las grandes ciudades han vuelto a sumergirse en las oscuridades de la sociedad comunicando, a solo unos pocos, cuáles son los verdaderos sentimientos, deseos y frustraciones del ser humano contemporáneo (la llamada cultura subterránea). La sociedad de mercado no los necesita y por eso los ignora, creando a su vez ciertos sustitutos que consuelan a quienes buscan mensajes y sensaciones más fuertes que las románticas melodías convencionales (en el ámbito de habla hispana se pueden identificar personajes como Sabina, Andrés Calamaro, Charly García, Ismael Serrano, Fito Páez, Alberto Plaza y, muy particularmente, Ricardo Arjona, por poner solo algunos ejemplos). Estos apenas rozan la verdadera realidad del hombre contemporáneo; no llegan a cuestionarlo.

Todos estos “trovadores” están incorporados al sistema, respetan puntillosamente sus reglas y se benefician de ello, mientras que la gente ¾su público consumidor¾ piensa que a través de ellos y de sus mensajes están siendo reflejadas sus propias vicisitudes (pero, en verdad, solo muestran una parte de ellas, las románticas y las de rebeldía adolescente, ignorando las más radicales, aquellas que determinan los verdaderos acontecimientos de la vida humana). La razón es que, si mostraran eso, afectarían directamente a los intereses de sus casas disqueras pues estarían cuestionando la cosificación del ser humano y la sociedad de consumo.

Ahora bien, en el caso particular del Perú, es indudable que, al igual que en todas partes, ha tenido trovadores de toda clase según su devenir histórico. En la época prehispánica cuenta Garcilaso que, en el imperio incaico, esta función la ejercían ciertos poetas ambulantes denominados en quechua como "arawix". Es obvio que deben haber habido infinidad de formas y variantes de cantantes e intérpretes de la historia y acontecimientos andinos. Ya en la época hispánica surgen varios movimientos de expresión popular como el llamado Taki Onqoy; éste era una danza acompañada de letras de carácter reivindicativo y venía a ser subversiva para la colonia (puesto que quienes participaban en ella eran trovadores-bailarines que iban de pueblo en pueblo recordando lo grande que había sido el imperio incaico y de cómo tenía que hacerse para regresar a él, expulsando a los españoles; se trataba, entonces, de una “música protesta”, razón por lo cual fue combatida y suprimida).

También existieron otros tipos de músicos trashumantes quienes, cargando sus arpas, violines, vihuelas y guitarras, compusieron una serie de melodías, historias y poemas que, hasta la fecha, se recuerdan sin que se sepa el nombre de sus autores. Hoy se puede ver a esos trovadores pero principalmente en las zonas más humildes y apartadas de las grandes urbes: en las caletas de pescadores, en los pueblitos del interior y en los villorrios. Igualmente es posible encontrarlos en alguna feria popular, en eventos familiares o en los bares y cantinas amenizando alguna reunión. Pero, como es de esperarse, sus apariencias no encajan con lo que industria de la música exige, motivo por el cual no se les reconoce oficialmente como “artistas” sino solo como “músicos populares”.

A pesar de ello, irónicamente sus creaciones constantemente están alimentando al "star system", el cual se encuentra conformado por los intérpretes que sí se incorporan a las estructuras reguladas del sistema. Por eso es que se dice que la verdadera inspiración siempre “viene del pueblo y va hacia él” (César Vallejo, poeta peruano). Pero eso sí: la industria del disco no acepta canciones con letras comprometidas que tengan algún tinte político o reflexivo. Rara vez logra darse algo así y eso solo cuando un determinado fenómeno es ya imposible de ocultar (como el caso de la canción “Flor de retama” del trovador Ricardo Dolorier, que fue un popular huayno-himno en la época de la subversión del grupo maoísta Sendero Luminoso). Quiere decir que los trovadores-músicos-poetas del pueblo siempre existen, pero viviendo al margen de los medios de comunicación, transmitiendo sus mensajes para unos cuantos privilegiados que los saben valorar y escuchar.

Finalmente, con respecto a influencia que tuvo la trova en su forma cubana en ciudades como Lima, el llamado movimiento Nueva Trova de Cuba (nacido en calor de la Revolución cubana y apoyado totalmente por el Gobierno, única explicación de su fuerza e impacto) influyó en los años sesenta exclusivamente en un sector de la clase media y media alta de Lima (que en aquel entonces era izquierdista-intelectual), por eso es que muchos de esos jóvenes imitaron dicho modelo intentando desarrollar movimientos musicales parecidos (hacían música popular con textos políticos, pero normalmente utilizando ritmos cubanos y argentinos). Fue en esa época que surgieron intentos notables como el del músico académico Celso Garrido Lecca, quien, apoyado por el espíritu nacionalista del gobierno de Juan Velasco Alvarado, formó la Escuela de Arte Popular de la cual surgieron artistas y grupos interesantes como Tiempo Nuevo (el cual estaba integrado en su mayoría por estudiantes de la Universidad Católica).

Por otro lado, se hicieron también esfuerzos personales pero con modelos más liberados del discurso político, como lo hecho por Chabuca Granda, cuya influencia sirvió para formar a los más identificables y renombrados cantautores peruanos hechos bajo dichos parámetros (que exigía el uso de ritmos propios del país): Andrés Soto de la Colina y Daniel “Kiri” Escobar. Ambos trovadores tienen en común el empleo de ritmos peruanos para expresar, no solo sus sentimientos, sino también situaciones sociales agudas de su propia sociedad (la marginalidad, la pobreza, el racismo, la injusticia, etc.).

Los años setenta fueron para ellos de apogeo, pues eran vistos como los “Silvios y Pablos” peruanos, siendo de este modo aceptados por la clase alta, ansiosa de ponerse a la moda y, en especial, cuidadosa de respetar la opinión de la aristocrática Chabuca (Isabel Granda Larco) quien los apadrinaba. Luego de esta primera generación, a fines de esta década, aparecieron otros dentro de la misma línea pero cuyos textos empiezan a despegarse del discurso marxista panfletario de los setenta y se acercan al intimismo y posmodernismo de los ochenta (entre ellos se puede mencionar a Juan Luis Dammert).

Con el pasar de la moda izquierdista empieza la era del todo vale, pues solo quedó el Capitalismo y la sociedad de mercado como único modelo político. Esto hace que la generación de trovadores urbanos limeños siguiente (Pepe Villalobos, Lino Bolaños, Piero Bustos, y otros) se dispersen, a mediados de los ochenta, por caminos diversos u opuestos. Los suceden trovadores más influenciados por el rock (como Daniel F o Rafo Ráez), que es la expresión musical más aceptada por la mayoría de jóvenes. Sus obras reflejan más bien la idea de la globalización (el mundo es uno solo y todos pasamos por lo mismo y a todos nos duele lo mismo) pero con un marcado acento urbano y personal (mi realidad es la misma de la de todos) lo cual logra captar a un importante sector del mercado contracultural.

En la búsqueda del mito de la universalidad, de lo globalizado, estos músicos se encuentran más desligados del contexto del país, de la realidad integral y de los problemas coyunturales particulares del Perú. Además evitan tocar las bases de la sociedad de mercado (solo la insultan), ignorando la existencia del mundo campesino no urbano y hablando solo del estilo de vida hedonista y relajado de los jóvenes de los noventa, para quienes su mayor preocupación es la bebida alcohólica y las diversiones. Por esas épocas se dio el caso que jóvenes que no vivieron las convulsiones políticas de los 60 redescubren la música de Silvio y éste se vuelve una moda. Las chicas más "pitucas" (adineradas) y cabezas huecas repetían sus canciones sin saber qué decían y de eso se aprovecharon muchos para montar espectáculos dirigidos a dicho segmento. Fue el tiempo del auge de Barranco (distrito bohemio de Lima) y de sus peñas,  donde lo más saltante era la frivolidad y el relajo, motivado también por el profundo miedo a la guerra subversiva.

Sin embargo, con la caída del líder de Sendero Abimael Guzmán y la sensación de estabilidad y libertad que ello produjo, la música de contenido en ese medio se hizo prácticamente innecesaria y llegó la era del canto a la sociedad de consumo y a sus valores. Desde ahí todo ha tenido que pasar por la medida de lo económico para que algo sea válido (“salvo el mercado el resto es ilusión”). Actualmente los trovadores urbanos se encuentran navegando en el dilema de estar entre la necesidad de participar activamente del proceso económico (hacer espectáculos, vender sus discos, atraer público y medios de comunicación) y la obligatoriedad de reflejar los verdaderos sentimientos y necesidades de su pueblo.

Sin este último factor dejarían de ser trovadores para pasar a convertirse en unos productos más del sistema, razón por lo cual hoy se vive una etapa de dudas, de polémica y cuestionamientos sobre cuál debe ser el verdadero rumbo a tomar con respecto a la trova. El modelo cubano ya se agotó y la sociedad exige una forma de expresión auténtica. Hasta que esto no se halle continuará la incertidumbre respecto a qué es en este momento la verdadera trova. A pesar de todo, como se dijo líneas atrás, los trovadores marginales siempre sobreviven a estos embates y continúan su labor, principalmente en los lugares más apartados del país.