viernes, 23 de octubre de 2009

Profecías cumplidas


La información dice así. "En una noticia exclusiva publicada esta semana en la revista WIRED, se reveló que In-Q-Tel, una empresa inversionista de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), acaba de hacer grandes inversiones en un negocio dedicado a monitorear los medios y redes sociales. Esta empresa, Visible Technologies, vigila cada día más de medio millón de sitios en Internet, revisando más de un millón de conversaciones, foros y postsen diferentes blogs, foros en línea, Flickr, YouTube, Twitter y Amazon. Los clientes de Visible Technologies reciben información en tiempo real sobre lo que se está diciendo y haciendo en el ciberespacio, basada en una serie de palabras claves."

A mucha gente de nuestra época le parecerá, no solo bien, sino la mejor manera de “preservar nuestra forma de vida”, en especial, después de los ataques terroristas, como se dice en Estados Unidos. Pero la gran pregunta es ¿cuál es el precio que debe pagar el ser humano para vivir el mundo que desea? Esto se extrae de libros como Un mundo feliz donde según Huxley "la libertad individual está en peligro en el mundo entero. Poderosas fuerzas impersonales empujan hacia un 'totalitarismo' muy poco humano. Estamos ante una cultura que se ha 'rebajado' al estadio de un engranaje perfecto, en el que los contratiempos han sido desplazados por una cuidadosa planificación genética, una pastilla de la felicidad y un estado de esclavitud voluntaria que al mismo tiempo también ha dejado 'sin alma' a las personas.

Igualmente en la otra novela premonitoria 1984 de Orwell, se lee que El Gran Hermano es quien suple a todo personaje político: “él es el comandante en jefe, el guardián de la sociedad, el dios pagano y el juez supremo. Él es la encarnación de los ideales del Partido, el Partido ubicuo, único y todopoderoso que vigila sin descanso. El Partido al que han de pertenecer todas las personas”. ¿El mundo que queremos nosotros para nuestros hijos es aquel donde nadie tiene que pensar sino solo preservar el sistema porque es lo mejor que puede haber para el ser humano? ¿Habría dejado el hombre sus cavernas si el objetivo de la vida fuera “preservar el sistema” en que vivía?Entonces será motivo, o bien para cuidarnos de todo lo que escribamos, o bien para preocuparnos por el tipo de sociedad totalitaria que voluntariamente estamos tratando de preservar.


domingo, 13 de septiembre de 2009

Verdad, poder y los fenómenos paranormales

Conferencia dada el 11 de setiembre del 2009 durante el “1er. Encuentro peruano de exopolítica. Aspectos políticos y sociales de la hipótesis extraterrestre”, en el cual intervinimos con la ponencia en cuestión.

Sumilla

La verdad es todo aquello que reafirma la correcta marcha y desempeño de una sociedad, y la autoridad tiene la misión de velar porque ella prevalezca en todo sentido. Por eso la misión del poder es tanto el fomento de esta verdad como la fiscalización y represión de aquello que la contradiga. Los fenómenos paranormales, en la medida que no encajan dentro de la estructura una sociedad, tienen que ser tratados de modo tal que no perjudiquen el normal desenvolvimiento de la verdad instaurada en ella.

Definiciones

Verdad

La verdad es un conjunto de reglas y normas que sustentan la promesa fundacional que toda sociedad tiene. Se entiende como promesa al discurso que afirma que se puede encontrar la razón de ser de la vida si es que se siguen ciertos requisitos y condiciones. Se dice que es fundacional porque, en torno a esta promesa de conocimiento, se agrupa un determinado número de individuos dispuestos a creer en lo que ella promete.

Poder

Es la concesión de dominio que los individuos de una sociedad delegan a quienes son elegidos para preservar la verdad.

El ser humano frente a la realidad. La configuración del mundo

El ser humano percibe que su ser no es igual al de los demás seres animados de la naturaleza. Se da cuenta que él no es creador sino criatura, una parte de un contexto más grande y determinante que está por encima de su voluntad. Sabe que vive pero no porque él lo quiso. El resultado de esta percepción es una angustia existencial que lo atormenta, razón por la cual necesita un mecanismo que le dé la calma para poder vivir. Ese mecanismo es la creación de un mundo humano, hecho por él y para él.

Para ello recurre a la propia naturaleza e intenta adecuarla a los fines que cree convenientes. Para realizar ese proceso cuenta con tres elementos: los sentidos, la razón y la intuición. Mediante los sentidos se contacta directamente con la naturaleza y se desplaza con eficiencia a través de ella; mediante la razón la percibe en su mente y la organiza; y mediante la intuición aplica su propia voluntad para interrelacionarse con ella.

De esto surgen tres tipos de intereses principales en el ser humano:

  1. El conocer a la naturaleza al margen de sí mismo.
  2. El conocerla para adecuarse a ella.
  3. El conocerla para saber cómo actuar.

De este modo el ser humano se enfrenta ante los fenómenos con tres tipos de actitudes diferentes y emplea las tres para vivir. En el primer caso desea conocer los fenómenos para poder manejarlos, en el segundo para poder adecuarse a ellos y adaptarse, y en el tercero para descubrir qué voluntad los rige y de ese modo saber cómo actuar ante ellos. Del primero surge el interés científico, del segundo el ecovivencial y del tercero el espiritual.

Estas tres experiencias dan origen a su vez a tres tipos de filosofía: la sensorial, la razonal y la intuitiva, las cuales generan a su vez tres clases de estructuras de vida y de sociedad. Por lo tanto, existen sociedades humanas basadas en filosofías sensoriales que priorizan la adaptación humana al medio, filosofías razonales que lo hacen en la razón y la investigación de la naturaleza como ocupación principal y filosofías intuitivas que dan mayor importancia al conocimiento de las fuerzas no materiales que movilizan a la naturaleza.

De estas tres corrientes filosóficas surgen la mayoría de las formas de organizar y de darle sentido al ser humano, y, a la vez, de las sociedades que han existido hasta la fecha. Toda sociedad es, entonces, producto de una forma de ver al ser humano en relación con su origen y destino.

La verdad

Una vez establecida una sociedad sobre una determinada clase de filosofía todo se organiza en torno a reafirmar este planteamiento. La forma cómo el ser humano vive apunta siempre a darle la razón a la promesa fundacional y esto se considera que es vivir por y para la verdad. Todo lo que el ser humano crea para ello es lo que se conoce como cultura. Tanto las funciones básicas para la subsistencia como las sociales o individuales está regidas por la promesa fundacional y se orientan a que existen coherencia entre ellas y retroalimenten. Por el contrario, todo aquello que vaya en contra de esa estructura es considerada como lo falso, lo errado, lo equivocado, y es erradicado de la sociedad.

Tipos de verdad

  1. Concordante. Es aquella en la que existe una coincidencia entre lo que el ser humano piensa y lo que aparentemente es. Responde al lenguaje y al llamado sentido común.
  2. Convencional. La que por convención o tradición se acepta ciegamente sin que requiera explicación.
  3. Sensorial. Es la que tiene coincidencia con los sentidos.
  4. Lógica. Es aquella que se da en el mundo de la razón y de la lógica.
  5. Intuitiva. Es la que se cree que existe por encima de los hechos, la razón y los sentidos. Va más allá de lo que se conoce.

Cómo se distribuye la verdad

Toda la estructura de la sociedad es un entramado social que procura se coherente y cerrado, es decir, que nada escape a reafirmar el objetivo principal del porqué existe una determinada sociedad. Tanto sus leyes como sus costumbres y sus conocimientos son partes activas que tienen la misión de decirle a los individuos que la integran que todo lo que él vive y conoce está correcto y no puede haber algo mejor. De este modo la verdad transcurre y circula a través de todo el entramado social por distintos caminos y de diferente modo. En cambio, todo lo que la contradice, es calificado de falso.

Clases de verdad dentro de la sociedad

  1. Religiosa. Es una estructura que llena los espacios vacíos a los que ni los sentidos ni la razón pueden acceder.
  2. Legal. Es toda la normativa que surge a través de la historia de un pueblo.
  3. Artística. Es aquella que está basada en las leyes de la estética y la imaginación.
  4. Científica. Es la que se basa en el conocimiento de los fenómenos.
  5. Social. Es el convencionalismo aceptado a lo largo de la historia que viene a ser la acumulación de normas y criterios que dan firmeza a la sociedad.

El poder

Es la autoridad que surge de la cesión que los individuos hacen de parte de su libertad y voluntad a otros en vías a que se vele por la reafirmación de la promesa fundacional que dio origen a la sociedad.

De esto se deduce que le poder no es adquirido por propia voluntad sino que se recibe por consenso de la mayoría. La función principal del poder es hacer prevalecer la verdad que reafirma los principios fundacionales de toda sociedad. Los límites del poder son, entonces, el cumplimiento del mandato popular. Si los que detentan el poder no lo cumplen son sustituidos.

Clases de poder

Los diferentes planos que tiene toda sociedad contienen diversos tipos de autoridad. Cada autoridad tiene el compromiso de velar porque se cumpla con el fin principal y existe una permanente correlación y evaluación entre éstas. Las autoridades que en líneas generales cubren la mayoría de los aspectos de la vida en sociedad son:

  1. Autoridad familiar
  2. Autoridad formativa
  3. Autoridad laboral
  4. Autoridad espiritual
  5. Autoridad científica
  6. Autoridad política
La más importante de todas las autoridades es la política, pues es la que tiene la facultad de fiscalizar o modificar a todas las demás

Mecanismos del poder

Es todo aquello a lo que la autoridad está obligada a accionar para que se cumpla el mandato conferido. Esto significa que tiene que fomentar acciones que reafirmen la razón de ser de la sociedad y fiscalizar y reprimir aquellas que se desvíen de su objetivo. Estos mecanismos se pueden dividir en:

  1. Físicos. Todo lo que requiera la intervención de la fuerza física para controlar el peligro de hechos que atenten contra los principios fundamentales de la sociedad. Aquí se encuentran desde la policía hasta las fuerzas armadas.
  2. Mentales. Aquellos que apuntan a controlar la mente de los individuos de la sociedad, reafirmándoles el objetivo principal —la verdad— y negando todo aquello que vaya en su contra.
  3. Espirituales. Los que procuran sensibilizar a los individuos para que acepten a su sociedad no solo mediante las razones sino también mediante las emociones más elevadas.

Los mecanismos de tratamiento de los fenómenos paranormales

Los fenómenos paranormales son aquellos que son percibidos por diversos individuos que no encajan dentro del conocimiento y la verdad establecida como correcta dentro de una sociedad. Tomando en cuenta la función del poder, no necesariamente lo que es real tiene que coincidir con lo que una sociedad se plantea como verdad. La realidad ante el ser humano aún sigue siendo en gran parte desconocida, por más que se sepa algo de ella. Entonces, en vista que el ser humano no puede esperar a conocerla toda (en caso ese sea su principal objetivo), no le queda más remedio que conformarse con lo que conoce aunque sea poco. Esto lleva necesariamente a considerar que siempre se producirán vacíos en este conocimiento que es parcial. Esos vacíos —los fenómenos paranormales— en la medida que afectan a la estructura social por el simple hecho de no estar estructurados correctamente, tienen que ser llenados de alguna forma, y lo son a través de los siguientes mecanismos de tratamiento de los fenómenos paranormales:

  1. El tabú. Son acontecimientos o pensamientos que el poder considera que no deben ser tocados y ni siquiera planteados como existentes.La negación. La autoridad, quien tiene siempre la última palabra en todo, posee la capacidad de dar existencia real o no a aquello que afecta a la sociedad.
  2. La reinterpretación. Los sucesos que no encajan en ninguna de las estructuras conocidas de la sociedad son explicados por la autoridad de una forma tal que puedan tener algún sentido o razón, siendo ello suficiente para satisfacer la intriga sobre su existencia.
  3. La incorporación. Si los acontecimientos en cuestión no se distancian de aquello que la autoridad considera que la sociedad puede tolerar se los hace formar parte de algún sistema manejable o conocido, con lo que se vuelven inofensivos.
  4. La misterización. La autoridad ni los niega ni los admite, sino que los coloca en suspensión de juicio y se reconoce que existen cosas que no tienen aún una explicación convincente pero que algún día sí lo tendrán.

miércoles, 26 de agosto de 2009

La libertad vuelve a tocar las puertas del ser humano


Existen épocas en la historia humana en que una verdad oficial se impone y se convierte en una prisión del pensamiento. Esta verdad afirma que ya todo se sabe y que todo está en su lugar; que no puede haber otra forma de vida mejor que la que se tiene. Y así la gente durante mucho tiempo vive esperanzada en que esto es así, pues el pueblo siempre quiere creer en sus líderes. Necesita tener fe en ellos porque si no la vida humana no tendría sentido; sería tan solo una supervivencia que nos ocasionaría más angustias de las que ya tenemos, pues lo que queremos es ser seres humanos y no animales.

Pero esto no dura para siempre. Tarde o temprano las promesas de llegar a conocer las respuestas a las preguntas más importantes de nuestra existencia (el porqué de todo) se vuelven primero vanas ilusiones, luego incredulidad y finalmente falsedades. Así ha ocurrido desde el principio de los tiempos y eso es lo que ha decidido el destino de todas las sociedades que han existido. Toda cultura se sustenta en un conjunto de verdades y de promesas que funcionan de amalgama para que los hombres que las conforman sigan ligados a ellas. Pero estas a la larga se demuestran que no son ciertas, que lo que proponen son solo unas ideas más puestas en duda y que, en consecuencia, ya no atraen, por lo que la gente que antes creía en ellas comienza a disgregarse en la búsqueda de nuevas promesas y nuevas formas de verdad que sean, en lo posible, opuestas a las anteriores.

La Modernidad y su promesa

La Modernidad surgió en Europa como una alternativa a la Edad Media en la que su verdad, y lo que prometía, se habían vuelto una condena esclavizante. Se dijo que con la ciencia el ser humano alcanzaría el conocimiento verdadero y que ello lo llevaría a la solución de todos sus problemas, empezando por el de su razón de ser. Desde el principio todo pareció ser cierto; incluso se eliminaron muchas terribles enfermedades que eran el terror de los tiempos y hasta se elaboró una idea acerca de nuestro origen que pareció ser la respuesta final a nuestras dudas. Con este esquema de vida Occidente dominó al mundo y lo impuso a todos los pueblos de la Tierra. Hoy casi no hay ninguno que no comparta estas creencias. Sin embargo, así como despertaron el entusiasmo, ahora provocan un gran rechazo.

La vigilia de la razón también crea monstruos

Sucede que recién ahora conocemos la otra cara de la moneda y ya son percibibles sus aspectos negativos. Podemos comprobar cada vez más fehacientemente que la Modernidad, así como implica el conocimiento interno de la materia y su transformación de acuerdo con la voluntad del hombre, también conlleva la destrucción de la naturaleza, rompiéndose la cadena de la vida y, con ella, la existencia del ser humano. En suma de cuentas, es buena para unas cosas pero es mucho peor para otras. Nunca los hombres habíamos llegado a poner en peligro nuestra propia casa. Es por eso que hoy esa Modernidad provoca espanto y negación, porque por cada invento que nos maravilla sabemos que el costo real de ese aparato será nuestra salud y nuestra vida. Nos sentimos prisioneros de nuestra propia creación y hemos llegado a un punto que pareciera que no la podemos controlar. La Sociedad de Mercado se afianza sin reparos y sin control y sin que podamos impedirlo pues “nada puede detener el progreso”. Estamos en una nueva cárcel de la cual pareciera que no podemos salir. Pero sí hay una salida.

Hacia un nuevo mundo

Cuando las esperanzas y promesas de vivir en un mundo mejor se convierten en una cadena que no es posible romper aparecen las ideas liberadoras, aquellas que proponen nuevas promesas de hallar una forma de vida libre, feliz y donde no existan las injusticias. Se trata del nacimiento de una nueva filosofía que a su vez desencadena una nueva sociedad, la cual tiene por misión, en un principio, negar a la anterior y calificarla de malvada, perversa y despreciable, procurando eliminar todo vestigio de ella, para dar paso luego a la construcción de otra que llega cargada de sueños y de buena voluntad, dispuesta a responder, ahora sí, a todas las preguntas que el ser humano ha tenido desde siempre. Actualmente estamos en ese momento, en el que cada vez suena con más fuerza el deseo de encontrar aquel nuevo mundo que no destruya a la naturaleza pero que nos haga vivir mejor. Un mundo que no sea un mercado donde todo no es más que una cosa que se compra y se vende, donde se pueda compartir con los animales, las plantas e incluso con la materia, encontrando de este modo un equilibrio sano y hermoso; un mundo donde no haya que destruir nada para lograr nada, donde nadie que sea más inteligente se convierta en el amo de nadie, donde todos podamos vivir en paz en vez de vivir en competencia por lograr más y obtener grandiosos resultados.

Es la hora de los filósofos

Esta es tarea, entonces, de filósofos, de los verdaderos (no de los que estudian la carrera en una universidad y se convierten en profesores) quienes hoy deben estar más atareados que nunca exprimiendo sus cerebros e imaginación para lograr definir y describir ese mundo al cual todos deberíamos aspirar a partir de ahora. Aún no sabemos cuál será, pero de lo que sí estamos seguros es que derribará al actual por muy fuerte y armado que éste parezca. Los grandes imperios nunca han sido derrotados por las armas; todos se cayeron sobre sí mismos por el peso de la desilusión que provocaron en sus pueblos. Fueron eficientes en dominar y ser fuertes, pero fracasaron en responderle al hombre sus más profundas ansiedades e inquietudes que no eran el trabajar, comer y dormir. La vida humana siempre será algo más que su simple sobrevivencia y ese es el arte de crear nuevas promesas, las cuales son soluciones integrales que abarcan todos los aspectos del drama humano y no solo su manera de subsistir. Recibamos, entonces, con alegría y entusiasmo, esos nuevos mensajes que nos darán una vez más la libertad.

jueves, 6 de agosto de 2009

Si me conviene, estoy de acuerdo


La noticia es estremecedora. Dice así: “El Gobierno del Reino Unido está a punto de gastar 700 millones de dólares en la instalación de cámaras de vigilancia dentro de las casas privadas de sus ciudadanos para garantizar que los niños vayan a la cama a tiempo, asistan a la escuela y coman su comida adecuadamente.” Quiere decir que el horror que toda la vida se le endilgó a la desparecida URSS de ser una sociedad controlista estaba acá, en el corazón del Capitalismo.

Continúa la información: “Si estos programas llegan a buen término y son aplicados a escala masiva el vasto alcance de la representación de una sociedad totalitaria preconizada por George Orwell en su clásica novela 1984 se habrá alcanzado. http://movimientoantinwo.wordpress.com/2009/08/05/gobierno-britanico-instalara-camaras-en-domicilios-privados/

El pragmatismo en su máxima expresión

Esto obviamente nos suscita varias reflexiones. ¿Hasta dónde el ser humano puede resignar sus ideas y sus derechos en pro de tener “protección”? ¿Será que la moral pragmática y utilitaria finalmente es la que se va a imponer en el mundo? Porque en última instancia el pensamiento que hoy prima es el “si eso me favorece, entonces estoy de acuerdo”. De nada sirven las razones ni los principios o valores morales y éticos. Eso forma parte ya de una época pasada. Lo único que cuenta ahora es “qué gano yo con lo que pasa”. Si ocurre una matanza en algún lugar del planeta y eso hace subir mis acciones o le da más seguridad a mis ahorros pues enhorabuena: que sigan las matanzas.

Somos esclavos por nuestro bien

La actitud del pueblo norteamericano después de los no aclarados hasta ahora “atentados del 11 de setiembre” fue la de: “hagan algo con tal de darme seguridad”. Y lo hicieron, pues los primeros perjudicados no fueron los afganos sino los mismos ciudadanos estadounidenses quienes entregaron sus libertades individuales al gobierno para que este los “vigile por su bien”. Y por su bien hoy son investigados y desnudados cuantas veces sea necesario. Por su bien su gobierno ha decidido ponerles a ellos mismos cadenas para seguir sus movimientos por donde vayan. Por su bien se invaden países y se asesinan niños en todos los continentes. Todo lo que pasa es por su bien, por su seguridad, para calmar sus temores.

El que no es feliz es terrorista

Hoy esta actitud es la que prima en todas las sociedades del mundo, donde se ve a las clases altas sustentar su dominio con la acusación de terrorismo a quienquiera que las cuestione. Todo aquel que manifieste algún tipo de oposición o una simple queja es mirado como un posible terrorista, alguien que quiere atentar contra el sistema. Lo cierto es que toda idea acerca de cómo debería ser el ser humano ha quedado reducida a la simple supervivencia: el ser humano es un ser que trata de sobrevivir por excelencia; esa es la definición imperante. Estamos entonces en la ley de la selva, en la lucha por la subsistencia planteada por Darwin y seguida al pie de la letra por la Sociedad de Mercado, feliz por la “coincidencia” con sus ideas acerca del hombre como un ser de necesidades que hay que satisfacer.

El “mundo feliz”

Nos encontramos, gracias a la tecnología, cada vez más cerca de la pesadilla que creíamos solo era posible de parte de “el enemigo natural” que eran los perversos comunistas. Pronto las personas no usarán los incómodos y extraviables Documentos de Identidad sino los prácticos y sencillos chips, insertados en la piel, para que, vayamos por donde vayamos, siempre el ojo del “Estado Bueno y Benefactor” nos vea y evite que cometamos alguna falta “contra nuestra seguridad”. Es el mundo feliz de Huxley que se acerca a pasos agigantados. Será la sociedad perfecta donde todo estará programado y tendrá su lugar y su porqué. Y todo dirigido diligentemente por un grupo de comerciantes quienes serán los que indiquen cómo deben ser los mercados y qué tipo de consumo se hará en ellos.

Es la hora de la filosofía

¿Habrá algún camino de salvación? Siempre lo hay, pero pasa por las ideas, por donde nacen nuestras creencias acerca de las cosas y de quiénes somos. Es entonces la hora de la filosofía. Ella es la única que tiene la capacidad de entender y de plantear nuevos horizontes. El ser humano, antes que al arma, responde a lo que piensa, a lo que cree, a lo que teme y a lo que le da la tranquilidad. La filosofía tendrá que crear un mundo nuevo hacia el cual se pueda dirigir el hombre para librarse de esta esencia del mal que hoy campea más que nunca. Tal parece que las predicciones cristianas sobre la llegada del Anticristo y su gobierno de mil años se hubieran hecho realidad. La maldad, esa crueldad fría y calculadora que asesina racional y mecánicamente por cuestiones de cifras, está hoy dominando y haciendo el mundo a su imagen y semejanza. Es ya hora que los filósofos despierten de su letargo idiomático y académico antes que todo acabe en manos de estos monstruos.

Recordando la novela

El siguiente pasaje está contenido en el 1984 de Orwell: “La telecámara recibe y transmite simultáneamente. Cualquier sonido que hiciera Winston, por encima del nivel de un susurro muy bajo, sería recogido por ella, además, siempre que permanecía en el campo de visión de la placa de mando, podía ser visto como también escuchado. Por supuesto que no bahía manera de saber si es que era observado en cualquier momento. Cuan a menudo, o en de que forma, la Policía del Pensamiento se enchufaba en cualquier “cable de conjetura” del individuo. Era incluso concebible que miraran a todos todo el tiempo. Pero de cualquier manera ellos podían enchufar tu cable cuando quisieran. Tenías que vivir – vivir desde el habito que se convirtió en instinto- en la concepción de que cada sonido que emitías era oído por casualidad e, incluso en la oscuridad, cada movimiento era estudiado.”

martes, 4 de agosto de 2009

China diabla, chola fea


Hace poco se suscitó un extraño problema entre Perú y Bolivia a raíz del uso de la reina de belleza peruana de un traje relacionado con la diablada. Resulta que Bolivia acusó al Perú de emplear un atuendo que era típico de Bolivia y no del Perú. Esto levantó polvo tanto por lo llamativa de la acusación como por las tensas relaciones que ambos países tienen debido a sus distintos modelos de desarrollo que cada uno quiere implantar.
Pero el problema que queremos comentar no es tanto sobre lo atinado o no del traje que usó la "reina" peruana (pues todos los que tenemos un poco de cultura sabemos que el mundo andino atraviesa las fronteras de las actuales repúblicas) sino más bien sobre algo en lo que ahora nadie repara: por qué tenemos que elegir a las personas que nos representan internacionalmente dentro de los biotipos "blancos".

Perú país de rubios
Siempre me resultó gracioso ver en los concursos de belleza (entendiendo éstos como que existe un biotipo oficial de “belleza”) cómo ciertos países africanos (como por ejemplo la antigua Sudáfrica) y algunos sudamericanos (como Bolivia y Perú) eran representados por mujeres "rubias de ojos azules y de apellidos extranjeros". Tenemos los casos de Gladys Zender, Jacqueline Graham Fletchelle o Madeleine Hartog-Bel. En el caso nuestro sabemos que es así porque siempre hemos perseguido un imaginario tipo racial y social al estilo occidental, cosa que no lo somos pero quisiéramos serlo.

Los blancos no son racistas
Esto se llama obviamente "complejo de inferioridad" o deseo de ser aquello que no se es. El 99% de nuestro país es mestizo pero no lo queremos aceptar. Prueba de ello es la televisión: para ingresar a ella, sea como presentador o como modelo de comerciales, hay que ser "aquel blanco que todos queremos ser". Lo digo porque trabajé durante 20 años en el mundo de la publicidad y allí se aprende mucho del racismo inveterado y silencioso que existe entre nosotros (y que además sumamente hipócrita, como cuando todos decimos -en el balneario que ya conocemos- "aquí todos somos cholos mi hermano").

Las cholas no tienen buenas medidas
¿Por qué nuestras reinas de belleza nunca son andinas, cholitas de 1.60 mt de estatura, rechonchas, de pelo negro y de apellido Quispe? ¿Por qué para decir que "aquí no hay discriminación racial" siempre se escoge a "una negrita" y con eso estamos contentos (tal como se hace en los comerciales, donde los cholos solo salen para burlarse de ellos o para la propaganda de las postas de salud). Dicen que es por las tallas y por los trajes, etc. Pero ¿por qué eso no amilana a Japón y siempre mandan a una japonesa de tipo japonés? ¿Por qué no usan esa misma lógica otras naciones como las de Oceanía, donde todas son bajitas y regordetas?

Ser blanco es ser superior
El actual gobierno, con tal de vender su ya gastada y sesentera idea de modernidad, asocia a este concepto con "occidental y blanco", por eso se llena de asesores y técnicos que provienen de las clases altas quienes suelen ser casi todos de ese tipo racial (que en el Perú significa: si soy blanco soy de la clase alta y pienso como tal). ¿No existen en las universidades estatales o de provincias "cholitos" brillantes que, si bien no han estudiado su postgrado en Harvard, son capaces de asumir los cargos con eficiencia?

Sigan al blanco
Los casos de Malpartida y Mulánovich son ejemplares (además de muchos otros) puesto que se las eleva a la categoría de "peruanas modelo" sin darse cuenta que están poniendo como parámetros de "éxito" a quienes tienen el estereotipo blanco de origen social alto. Eso indica claramente que en el Perú se sigue deseando ser lo que no se es (occidental) y se sigue rechazando como realmente se es (cholo) con la idea errada que la piel o la raza nos convierte en "más desarrollados o menos desarrollados". Los hechos de Bagua demostraron claramente esta triste verdad ("esas razas no son peruanas").

Cholo es cholo
Toda mi vida (desde mi lejano San Isidro infantil) he escuchado la eterna monserga de que “aquí el que no tiene de inga tiene de mandinga” y que todos somos peruanos, y que hablar de razas es dividirnos, que también los cholos discriminan, que ser blanco no tiene por qué se excluyente, que hay muchos blancos que son cholos de corazón, que también hay blancos cholos en Cajamarca, etc., etc”. En mi no corta vida conozco todos los argumentos habidos y por haber para eludir la realidad. Al final, después de haberlo vivido todo en el Perú, de lo único que estoy convencido es que aquí “el cholo apesta”; así lo dicen mis amigos, mi familia, mi entorno social y mis clientes. Eso no ha cambiado ni un mísero ápice en nuestra acomplejada y racista sicología nacional.

Hacia la República de indios
Termino recordando lo primero que aprendí cuando ingresé al mundo de la publicidad. Me dijeron que todos los modelos tenían que ser blancos y lindos porque "eso era lo que los peruanos queríamos ser". Parece que, a pesar de los años, esa idea está muy arraigada aún, y por eso se desprecia a personas que quieren poner a los cholos en el poder, mientras que se alaba y se exalta a los blanquitos por ser “inteligentes, capaces, trabajadores, bien educados y bellos”). Hace un tiempo una revista eligió a los hombres más guapos de la política peruana y todos eran los “blanquitos” del medio. Su calidad moral no importaba para nada. Estamos en esa coyuntura: entre aceptar a la República de Indios o a la República de Blancos, como se decía en la Colonia, como la auténtica representante del Perú. El tiempo decidirá por cuál de las dos nos inclinaremos.

jueves, 30 de julio de 2009

Derechos de autor y decadencia del arte en Occidente


El mundo del arte contemporáneo está plagado de leyes y de derechos de autor que buscan que los artistas ganen un dinero que supuestamente les es legítimo. Pero en nuestra opinión el arte no es ni puede ser propiedad de nadie. Es un trabajo colectivo hecho por toda la humanidad. Es como si un zapatero nos cobrara, no solo por arreglar nuestros zapatos, sino también por usarlos, ya que él se dedica al arte de hacer zapatos. En nuestra opinión los artistas no hacen mal cuando cobran por sus servicios. Tampoco cuando se agremian para ayudarse en sus necesidades. Pero sí cuando pretenden tener derechos sobre sus obras más allá de los que les corresponden. Imaginemos que los poetas estuvieran amparados por una ley que les permitiera exigir dinero a todos los que usan la poesía para cualquier tipo de actividad: para enamorar, para pensar, para hablar, para enseñar, etc. Lo que hay aquí es un mal entendido derecho a la propiedad y al justo precio.

Pero ¿quiénes crearon esos derechos y actualmente los usufructúan? Pues todo se origina en las grandes empresas norteamericanas las que, ansiosas de recuperar sus inversiones y obtener aún más dividendos, inventaron dichas leyes y luego las extendieron a todo el ámbito artístico. Esto no debe sorprendernos pues se trata de la lógica del mercado, donde todo producto debe generar un beneficio económico. El arte y las obras que este produce cayeron en manos de los comerciantes quienes hoy lo manejan como una industria más. Este mismo criterio se trasladó hacia los artistas y estos, a su vez, se han convertido también en comerciantes de sí mismos.

El nuevo rico

Sin embargo todos sabemos qué pasa cuando, de la noche a la mañana, a un individuo común se lo convierte en mercader de lo que hace: le brota la ambición y el desenfreno por obtener más dinero. Los artistas en general, y los creadores en particular, se sienten hoy con derecho a poseer fortunas debido a lo que hacen; pero eso ha convertido al arte contemporáneo de Occidente en una producción de fruslerías en el cual el único objetivo es vender y vender. Ya no importa qué es lo que se hace: el único valor real y objetivo es el dinero.

Todo es privado

Y esta ambición por la posesión privada de la naturaleza se extiende incluso hasta a las moléculas de la vida, las cuales son ahora patentadas como si de inventos se tratase, y ningún ser humano puede emplear el género de vida que de ésta provenga. Es decir: si alguien, por ejemplo, siembra una papa y no sabe que ésta ha ya sido registrada por una empresa privada terminará, sin saberlo, siendo multado o yendo preso por delincuente. Llegamos entonces a la conclusión que, tanto un delito como una falta —y por qué no, hasta el mismo “mal”— solo existen cuando se crea la ley que les da nacimiento. Esta es la idea que ampara a quienes, con la ley en la mano, convierten automáticamente en criminales a aquellos que contravienen el derecho a la “propiedad”.

El declive

Y así, desde los años 80 hasta la actualidad, casi todo lo que se ha creado en el mundo occidental y aledaños está impregnado de esa visión, de esa manera de pensar. Ningún género artístico se ha salvado; todos apuntan al mismo blanco: a la economía. Todos los artistas, jóvenes o no, solo conciben su arte en función del mercado. Por eso se vuelven lobos que protegen sus presas con los dientes. El arte actual no es más que la demostración clara de la más profunda decadencia en que se encuentra Occidente.

El mendigo que se vuelve millonario

En el caso particular del Perú, este afán por ganar dinero a través de las leyes tiene su más viva expresión en la Ley de protección de los derechos de autor que usufructúa la Asociación Peruana de Autores y Compositores (APDAYC). Cuando la propiedad musical se posesionó súbitamente de unos individuos de humilde condición —quienes no estaban preparados para la administración de una economía de ese tipo sino solo para la creatividad y el disfrute de la música— se repitió así el caso del pobre que de un momento a otro tiene la posibilidad de obtener plata y pierde la cabeza, descarrilándose luego. A partir de esto la calidad musical del autor peruano desapareció; surgió en cambio el interés por surtir al mercado, por darle pan y circo al pueblo, por alimentar al negocio de la música, por generar ante todo una rentable economía basada en el sonido. Ahora todo se ha vuelto baratija; los géneros en sí ya no interesan; solo cuenta la efectividad, el consumo, las cifras de venta. Todo aquello como la profundidad, el cuidado, la poética, el mensaje quedó de lado ante la necesidad de “llegar al primer lugar”, de “alcanzar el éxito”, de ser un producto masivo para las mentes más elementales posibles.

Aparte de dinero, nada

Así como los años 60 fueron una luz que iluminó el panorama del alma humana, desde el “triunfo” del Capitalismo de los 70 hasta la actualidad la oscuridad total ha inundado todos los rincones del valor humano. Ya no existen los auténticos artistas: son solo best-seller, grandes vendedores de algo. Todos son productos, objetos de consumo, todos tienen un precio. Los críticos, parte del engranaje del sistema, solo se dedican a alabar cada 5 segundos a un "nuevo genio" o a alguna "insuperable obra" recién salida al mercado. Pero cuando se hace una evaluación de lo realizado durante los últimos 30 años solo encontramos repeticiones, deformaciones, remedos, y añoranzas, mas ninguna obra de arte que sea siquiera comparable con las que se hicieron a comienzos del siglo XX.

domingo, 26 de julio de 2009

Cambridge: racismo moderno e ilustrado


En el corazón de la sabiduría de Occidente, Cambridge, de donde se dice que provienen los mejores hombres de la historia, el racismo chusco y chabacano de toda la vida sigue tan vivo y a flor de piel como en los tiempos de la esclavitud anglosajona y los progroms hitlerianos. Un distinguido profesor de la universidad —que identifica por antonomasia a dicha ciudad— por el solo hecho de estar en la puerta de su casa fue víctima de la peor humillación posible: fue acusado de ser sospechoso por ser negro. ¿Qué lecturas se pueden extraer de todo esto? “A diferencia del racismo del Sur, que destaca la raza y trata de mantener a los negros en su sitio, el racismo liberal afirma no hacerlo” expresa Rene Monroe en un artículo para la web Rebelión que nos sirve de base para hacer este comentario. (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=89154)

Personalidades mundiales supuestamente muy blancas y occidentales como Mario Vargas Llosa (intelectual español nacido en Perú y promotor acérrimo y fanático de la cultura occidental y sus valores) se sienten ufanas de ser parte de dicha cultura a la que consideran como la fuente de la tolerancia, el saber y el respeto por los derechos del hombre. Para ellos, provenir de ese medio es un sinónimo de superioridad en todos los sentidos, en especial, en el moral. Cuando alguien dice haber realizado sus estudios superiores en las más insignes instituciones occidentales, como la universidad de Cambridge, es visto, ya no como simple humano, sino como un semidiós que viene a salvar a un país de su atraso e ignorancia. Sin embargo el racismo escondido detrás de sus títulos y cartones de pacotilla —y la bajeza que allí se camufla— son una realidad tanto o más execrable que la que se haya practicado en el peor país racista que hubiera existido.

El racismo moderno: el responsable

En esa universidad, en medio de tanto cretino que se vende a sí mismo como un ente superior (como si tener muchos títulos de abogacía convirtieran a alguien en honesto) existe una discriminación solapada que revela las más profundas ideas cavernarias sobre cómo está organizado el mundo. Digan lo que digan, para ellos la raza blanca y anglosajona es necesariamente la que tiene que dominar a la humanidad; prueba de esto es que la casi totalidad de las personalidades que prevalecen en el ámbito cultural y científico actual son de esa raza (exceptuando a unos cuantos orientales e indios que sirven para darle el matiz de pluralidad que el marketing exige). Pero claro: dirán que así no piensan ni los catedráticos ni los alumnos de dicha institución pero ¿será eso verdad? ¿Por qué la población que rodea a la universidad practica este racismo moderno (que no sale a la calle con palos y antorchas sino que llama discretamente a la policía cumpliendo con el “muy responsable” deber ciudadano de denunciar cualquier cosa que les parezca “extraño a su forma de vida”)? ¿Qué ha hecho ella para modificar en algo estas ideas, si es que es verdad que no las comparten? ¿Por qué sus autoridades se desplazan tan tranquilamente por sus avenidas y locales públicos y privados y no han notado nada anormal? ¿Son tan sabios para algunas cosas y tan incompetentes para otras que no pueden percibir el tufillo racista de las discretas expresiones de sus pobladores y funcionarios?

El prejuicio ante el diploma

La verdad es que en toda esa famosa entidad educativa se piensa lo mismo: están convencidos que hay una raza dominante y esa es la blanca anglosajona. ¿Existe alguna manera de negarlo? Por supuesto que los Vargas Llosa del mundo no dirán ni palabra sobre ello puesto que para ellos, como adalides y vendedores que son, lo importante es afirmar la necesidad de aceptar siempre la hegemonía occidental por sobre todas las cosas. Lo grave es que muchos habitantes de los países tercermundistas se pliegan a ese prejuicio y por eso estudian en universidades de este tipo para después regresar a sus países de origen a ofrecerse como las más insignes personalidades políticas, exigiendo que se les entregue la conducción del país. “Es de Harvard, es de Cambridge”, dicen sus aduladores y lo repiten los medios de comunicación, absortos ante ellos como si de extraterrestres se tratase, intentando promoverlos cual renombrados boxeadores. Finalmente los gobiernos, mayormente sumisos a las políticas de Washington y de Europa, los ven como buenos interlocutores y fieles correligionarios (prooccidentales por excelencia) y los eligen debido a sus “inmensos méritos y a su gran currículum”.

Saber es poder

Si embargo a partir de ahora, gracias a incidentes como éstos —que revelan la verdadera miseria moral y humana de quienes provienen de estos centros universitarios— estamos advertidos que muchos de los que allí estudian y se gradúan lo hacen principalmente para asumir el mando de sus países pero siguiendo las líneas maestras del imperio anglosajón. Pasan del aula al gobierno o al ministerio bajo el supuesto que sus gigantescos conocimientos aportarán algo bueno, cuando en realidad lo único que van a hacer es reforzar a los grupos de poder (de los cuales casi siempre ellos provienen) y la relación dependiente con Occidente. Dicho en pocas palabras: en universidades como Cambridge se forman los futuros líderes que difundirán el pensamiento retrógrado, prepotente y racista que se impondrá en el resto del mundo, poniendo principalmente por delante la idea de que “siempre un blanco, con estudios o sin ellos, es y será superior”. Ello lo reflejarán después en las políticas orientadas a mantener el statu quo actual. Por todo esto creemos que ha llegado el momento de denunciar a estos déspotas ilustrados y demostrar que su calidad moral es inversamente proporcional a sus conocimientos. En nuestra opinión, se trata de asesinos tecnócratas que no saben que lo son y que no dan la cara, pero que aprietan un botón, a miles de kilómetros de distancia de donde se producen las masacres, sin que ellos sientan el mínimo remordimiento. Estamos, entonces, todos advertidos.

miércoles, 22 de julio de 2009

Peruanidad y baja autoestima


El caso de la exaltación que se hizo en el Perú de la participación de la peruana Brenda Mau en un popular concurso español de aficionados al canto, en el año 2009, demostró una vez más el clásico problema de los peruanos: tenemos una autoestima lo suficientemente baja como para valorar solo aquello que es certificado por los extranjeros. Esta mentalidad nos impide ver por nosotros mismos la diferencia que hay entre el blanco y el negro, entre el grande y el chico. Tenemos que esperar siempre que sea un país "superior" el que nos lo diga. Esos son hasta ahora nuestros valores y hoy en día el mayor mérito que tiene un peruano no es tener alguna cualidad especial sino, más bien, venir del extranjero con algún "éxito" o con algún premio.

Y esto es de toda la vida. Viene desde que peruanos como Ima Súmac, Alejandro Olmedo o Luis Alva “triunfaron” en el extranjero cuando aquí nadie los conocía, hasta los actuales Juan Diego Flóres, Claudia Llosa, Gianmarco, Sofía Mulánovich, Kina Malpartida, Pizarro, Farfán, Damaris y muchos más quienes, siguiendo el mismo camino, nos envían el triste mensaje a todos los peruanos de que solo si demostramos algo fuera de nuestro país es que realmente valdremos y existiremos.

Lo de afuera sí vale

Sin embargo ninguno de estos personajes mencionados es un auténtico representante de la peruanidad, de la cultura peruana (aunque los gobiernos los utilicen como "productos de exportación y como la demostración de que estamos en el mejor de los mundos posibles"). Ellos, siendo buenos en su oficio, no son el resultado de lo que realmente somos sino se trata por el contrario de esfuerzos absolutamente privados, personales, carentes de toda participación colectiva nacional. No son el resultado de nuestra historia ni de nuestra realidad. Lo que ellos son y lo que tienen se lo deben principalmente a la manera cómo se hacen útiles a las causas e intereses de otros países, pero no al del nuestro. Nuestro fútbol es una prueba palpable de ello: como aquí éste es un desastre entonces miramos embelezados cómo juegan nuestros compatriotas en los equipos europeos. ¿Son esos valores y objetivos los que construyen una nación? Difícil es “levantar cabeza” solo sacándola por la ventana.

Los auténticos representantes no son el modelo a seguir

Ninguno de ellos sigue el ejemplo contrario demostrado por personajes como Chabuca Granda, Felipe Pinglo, César Vallejo, J.C. Mariátegui, J.M. Arguedas, Pedro Suárez Vértiz, Raúl García Zárate y otros muchos más quienes se hicieron entre nosotros a puro pulso y tomando en cuenta nuestra propia realidad y nuestras limitaciones. Ante su ausencia estamos buscando afuera un consuelo por lo que no podemos ser aquí, sin tomar en cuenta que el éxito personal no siempre va de la mano con la realidad por la que atraviesa un pueblo.

El falso refrán como consuelo

Pero hay quienes dicen que nadie es profeta en su tierra. Eso es completamente falso. Pregúntenle a los Beatles, a Michael Jackson, a los Angeles Lakers y a muchos personajes y artistas norteamericanos y europeos más si están de acuerdo con eso. Todos ellos son profetas en sus tierras. Incluso en Argentina y en Brasil los que triunfan son sus propios connacionales. En la misma Bolivia los Kjarkas son ídolos sin necesidad de haber tenido premios internacionales. Sin embargo los medios locales, en el afán de demostrar que este "sistema" neoliberal promovido por el poder es el mejor nos presentan a estos peruanos (algunos quienes hace mucho dejaron de serlo por haber vivido toda su vida en el extranjero o por poseer otra nacionalidad) como la demostración de un éxito cuando en realidad no lo es. Ninguna institución nacional, pública o privada, contribuyó para que ellos hicieran lo que hicieron. Entonces ¿a mérito de qué las autoridades se suman al “triunfo” de ellos cuando en nada participaron para conseguirlo? ¿De dónde viene esa relación que hace el gobierno entre Neoliberalismo y triunfo peruano, si más bien es por el nulo apoyo interno que dichos personajes tuvieron que migrar?

¿Hasta cuándo?

No se puede esperar que nuestra mentalidad sumisa y rebajada cambie poniéndonos a aplaudir y alabar justamente al mal que nos aqueja. Con esta actitud los niños solo aprenderán que el único camino es salir al extranjero porque aquí no hay nada que hacer. Siempre pensarán que solo cuando eres bueno allá es que aquí te harán caso. Como conclusión: los mejores peruanos migrarán para hacer carrera afuera derramando todas sus virtudes y logros para el uso de otros y no para nuestro país. Por lo tanto, si no empezamos a cambiar esta forma de vernos —haciendo un llamado de atención sobre lo malo que resulta resaltar este tipo de fenómenos— continuaremos esperando que alguien que nació aquí haga algo afuera para que recién podamos alegrarnos y decir: “qué lindo es el Perú”.

lunes, 20 de julio de 2009

Preocupados por nuestro país

NOTA: Artículo de reflexión publicado por el Dr. Juan Borea Odría, Director del Colegio Héctor de Cárdenas, con motivo de las Fiestas Patrias peruanas.

Las Fiestas Patrias nos ofrecen la oportunidad de viajar a algún hermoso lugar de nuestra patria; también nos dan algunos días liberados del ritmo avasallador de lo cotidiano en que podemos dedicar un tiempo a la reflexión. Cuando una persona no se da espacios de reflexión es inevitable que pierda mucho de su decisión personal y acabe bailando al ritmo de lo que otros tocan.

Como ciudadano, reflexiono sobre los últimos meses y sobre los venideros y siento preocupación. Los conflictos que estallaron violentamente están lejos de haberse resuelto; están solamente postergados, y nuevos conflictos aparecen en el horizonte. No todo conflicto es malo; es un dato histórico que las sociedades avanzan en medio de los conflictos; y si éstos no existiesen los “statu quo” adquirirían patente de eternidad. Entonces… ¿cómo convertir el conflicto en germen de una nueva situación favorable para la mayoría?

Las causas de los conflictos

El primer paso es el conocimiento de las causas que los originan, de la situación de los actores y del entorno en que se desarrollan. En este paso hemos fallado mucho en los últimos tiempos y de manera especial en el conflicto que afectó a las comunidades amazónicas. Cantidad de visiones borrosas, prejuiciadas, ignorantes o interesadamente deformadas se mezclaron con las visiones más certeras, de manera que en ese mare mágnum de opiniones era difícil separar el trigo de la paja.

Los intereses mutuos

Un segundo paso, cuando se conoce realmente lo anterior, es buscar los intereses de las partes involucradas. Que la palabra “interés” no se entienda de manera negativa. Cada grupo social tiene derechos e intereses legítimos que son precisos de armonizar con los de otros para llegar a la convivencia. Satanizar los intereses de otro grupo pretendiendo consagrar los propios como si fueran los de todos es una manera común pero equivocada de enfrentar las situaciones.

El diálogo concientizador

Una vez determinados los intereses, viene el trabajo de diálogo, que debe empezar con hacer que cada grupo tome conciencia de sus auténticos intereses (no siempre se es consciente de los mismos) y tome también conciencia de lo que interesa al adversario (lo que se llama ponerse en los zapatos del otro). Sin este paso previo se cae en un “diálogo de sordos” condenado al fracaso. El diálogo requiere muchas veces de un intermediario que actúe como catalizador y ayude a procesarlo.

La solución con conseciones

Producido el diálogo, debe venir una solución. Una solución requiere mutuas concesiones para avanzar. Es responsabilidad de quienes intervienen en ello que estas concesiones no afecten la convivencia, los derechos, ni el ethos que da sustento a los grupos humanos. Cuando este proceso no se produce, queda expedito el camino de la violencia, que puede expresarse en enfrentamientos abiertos o en el sojuzgar de unos sobre otros, que es igualmente violento, aunque se pueda confundir equivocadamente con la paz (sería en todo caso la “paz de los cementerios”).

Los actores responsables

En la solución del conflicto social hay muchos responsables. No sólo el Ejecutivo entra en danza. Hay responsabilidad de los otros poderes del Estado (Legislativo, Judicial, Electoral), de los Gobiernos Regionales y Locales, de las Iglesias, de las instituciones públicas y privadas, de los medios de comunicación social, de los dirigentes sociales. La preocupación que me asalta como ciudadano es: ¿tenemos instituciones capaces de enfrentar el conflicto? ¿Tendrán fuerza algunos actores sociales para suplir las evidentes carencias de otros actores?

La responsabilidad del ciudadano

En todo caso, también los ciudadanos “de a pie” tenemos un papel importante que jugar. Sentarse a criticar sin dar el aporte de la construcción social, de la información necesaria, de la educación propia y de quienes dependen de nosotros es, en el fondo, una traición a nuestro deber ciudadano. Porque solo se es ciudadano cuando se siente responsabilidad por el país y se honra esa responsabilidad con acciones.

Juan Borea Odría

Colegio Héctor de Cárdenas

Jesús María, Perú.

lunes, 13 de julio de 2009

Clásicos futbolísticos, clásicas luchas


Suele no ser prudente comentar sobre pasiones, pero a veces la ocasión lo permite a pesar del riesgo. Los deportes, las actividades físicas competitivas, son los canalizadores de las emociones de las masas. De no ser por estas válvulas de escape las inquietudes se acumularían y provocarían sublevaciones y guerras de todo tipo. Esto es el ABC de toda geopolítica que nos recuerda mucho a Roma y su "pan y circo".

En el caso de ciertos países, donde la carga de frustración es aún más alta, la necesidad de maximizar la importancia de los deportes es crucial, combinándolos con gran dosis de erotismo y tanatismo a través de las páginas de espectáculos. A todo eso se lo conoce hoy como "estrategias sicosociales". En cuanto al Perú en particular, el deporte por excelencia es el fútbol porque es de carácter colectivo y de género masculino, lo que permite su identificación con el segmento más agresivo de la población. Después de una jornada futbolística este sector, que es el de mayor potencial de violencia, es satisfecho en su necesidad de expansión y catarsis. Puede haber excesos, como las manifestaciones de las barras bravas, pero son mínimas comparadas con lo que podría generarse si no existiese el fútbol. En el conocido libro El fin de la historia y el último hombre del asesor del Pentágono Francis Fukuyama menciona que los gobiernos modernos deben fomentar e incrementar los deportes en las sociedades como modo de canalizar las fuerzas pasivas que, de no ser así, podrían estallar de otra manera.

En esta esquina, los blancos

Referente a esto, no deja de ser interesante el fenómeno de los dos equipos más populares del Perú, Alianza Lima y Universitario de Deportes (U), por cuanto, de algún modo, refleja los dos tipos de sicología que corresponden a esa polarización que siempre acompaña a toda sociedad. Normalmente los que son de la U suelen identificarse con los de clase alta en la medida que se asocia a dicho plantel con lo "blanco" (que a la vez incluye el prejuicio de ser lo inteligente y superior) puesto que originalmente era un equipo de estudiantes universitarios, que era el segmento más pudiente y culto del país en el tiempo en que se creó, a comienzos del siglo XX. Al mismo tiempo se lo asocia con el concepto de "limeño" y “campeón”, por lo cual muchos migrantes, en su proceso de asimilación a la capital, lo primero que hacen es "adaptarse" a la nueva sociedad “incluyéndose” como hinchas de la U.

En esta otra, los negros

En cambio al Alianza se lo asocia con "los negros", que a la vez son los pobres (pues, a diferencia de la aristocracia universitaria de aquel entonces, es el equipo que nació en el barrio, en el callejón, con pelota de trapo). Este representa a las clases bajas, a los desfavorecidos pero que son capaces de hacer "hazañas" como, por ejemplo, ganarles a "los ricos" de la U. Desde el comienzo de estos clásicos la historia relata dichas experiencias y la verdadera fiesta no es en realidad cuando gana la U —puesto que se supone que "los patrones siempre deben ser los mejores"— sino cuando gana Alianza, que es cuando ganan los pobres, los de abajo. Normalmente son los sectores más emocionales de la población peruana, los que de algún modo están inconformes con la sociedad y gustan de apoyar al más débil, los que hinchan por este equipo.

El más popular

Pero lo que resulta sintomático es una reciente encuesta de la universidad Católica (http://blog.pucp.edu.pe/fernandotuesta/alianza-lima-en-lo-mas-alto) la cual indicó que la popularidad de Alianza era superior a la de la U. Estas cifras solían ser antes muy parejas, pero el hecho que se inclinen ahora hacia Alianza podría interpretarse de varias maneras: como que la población menos favorecida se ha incrementado, como que la migración hacia Lima ha aminorado, como que los provincianos están perdiendo el temor de serlo frente al limeño, como que ya no existen los limeños que puedan discriminar a los provincianos o como que los índices de pobreza han aumentado. Estamos haciendo una especulación sobre los resultados esperando que, más adelante, puedan surgir otras lecturas o diferentes explicaciones.

De dónde viene lo clásico

Se reproduce así, cíclicamente, en este tipo de eventos, el "clásico" combate, muy bien especificado en el circo romano, entre el mirmidón y el reciario, entre el cielo y la tierra, entre Escorpio y Cáncer, entre los dioses y los hombres, entre los ricos y los pobres. Esa es la causa de la pasión que despierta todo clásico a nivel mundial, pues éstos se dan en todas partes y en todos los deportes (en Argentina, por ejemplo, el equipo Boca Juniors es el equivalente al Alianza Lima, como River Plate, denominado como “los millonarios”, lo es a la U). Este es el combate que mantiene la vida y mueve las aguas llevando a las masas, a través de un discurso no verbal, este ejemplo de lucha eterna el cual dice: la vida es un ir y venir, es un día y una noche, un nacer y un morir, un ganar y un perder, es dominación y es libertad, es riqueza y es pobreza. Ese es el mensaje final que todo clásico encierra (recordando que clásico quiere decir desde muy antiguo, desde siempre, desde el inicio de los tiempos).