lunes, 4 de junio de 2018

¿Criollismo o criollada? Sobre la actual situación de este género



La pasión futbolística ha desatado una ola de nacionalismo que hace mucho no vivíamos los peruanos. Eso no es invento nuestro: lo viven todos los países del mundo, y es algo fomentado por todos los Estados sin excepción. No digo que no sea natural: el amor a la tierra, a lo propio, lo es. Lo que es exaltado es el nacionalismo, una vinculación extrema hacia una idea de identidad llamada patria o nación.

Para el anarquismo esa idea de nación o de patria es perniciosa, y argumentan que el ser humano está preparado para vivir sin una macro organización puesto que le basta ponerse de acuerdo de manera inteligente para que todos sean libres de vivir como quieran sin que existan leyes que lo dispongan y normen. Los filósofos griegos estoicos se llamaban a sí mismos "kosmou polites" o ciudadanos del mundo porque decían que no tenían que sujetarse al hecho de haber nacido en determinado lugar y tiempo y que por ello se sentían más libres que los demás.

Más fuerte que nuestros deseos
Pero a pesar que esa idea siempre ha rondado la cabeza de mucha gente, y no sin razón, lo cierto es que nos guste o no nacemos humanos e hijos de una madre determinada a quien no se puede dejar de amar por lo que es y por lo que nos dio. Si somos lo que somos es porque ella (o él) así lo quisieron, y actuamos de acuerdo con eso sin poder evitarlo. Nacer no es un acto voluntario y nadie nace donde quiere ni como quiere. Por lo tanto el amor, el afecto hacia lo que nos dio la vida, es natural, tal como lo demuestran todos los animales.

Primero somos masa, después individuos
Pero tampoco somos solo hijos de nuestra madre natural sino también ella forma parte de un contexto llamado sociedad en la cual vive y a la cual nos inserta casi siempre con éxito. Mucho antes que tomemos conciencia de nuestra individualidad lo que somos es parte de un todo, de una masa no diferenciada y nuestro mayor esfuerzo lo dedicamos a "hacer como hacen los demás", a imitar, a aprender de otros cómo tenemos que vivir. Sin esa actitud natural no aprenderíamos ni a caminar ni a hablar ni nada; nuestra primera noción no es individual sino colectiva.

Solo después, en nuestro proceso filogenético, es que nos hacemos individuos, cuando tomamos conciencia que además de ser parte de un todo somos también seres autónomos, con capacidad de pensar y actuar al margen de lo que indiquen las mayorías. Muchos animales también tienen esa facultad, en especial los mamíferos, de modo que eso es exclusivo del ser humano. Pero esa individualidad no nos hace ajenos a nuestro medio puesto que es muy difícil, si no imposible, llegar a vivir completamente solos; un ser absolutamente solitario es un ente destinado a su desaparición, es el expatriado o expulsado condenado a la muerte en vida. Por lo que necesariamente nuestra realización como seres vivos tendrá que ser siempre en sociedad.

¿Y qué hay de la música criolla?
Pero ¿qué tiene que ver esto con el criollismo? En que la expresión de una sociedad se manifiesta muchas veces en sus manifestaciones culturales, una de las cuales es la música. En el caso concreto actual, la música criolla se ha convertido en un símbolo patrio dejando de ser lo que fue en sus comienzos: una expresión popular de fiesta, de amor y de pasatiempo. Esto por un lado puede significar que dicho género se ha realzado obteniendo una categoría superior a la que tenía, pero por otro lado ha sufrido también una transformación que, quiérase o no, la ha deformado.

Porque las expresiones musicales populares suelen caracterizarse por ser espontáneas y un reflejo del momento en que se vive; son un termómetro o una manifestación que demuestra el sentir de aquellos que no encuentran otra forma de dar a conocer lo que sienten y piensan. Y si estas empiezan a ser constreñidas por un Estado que requiere de mecanismos de unión o de uniformización el resultado es que adquieren un carácter o "cliché" que las aleja de lo que originalmente fueron. Ha pasado siempre en distintas ocasiones en la historia en que el Estado se apropió de una determinada música y la convirtió en un símbolo nacional.

Cuándo nació la criollada
Con la música criolla peruana ha ocurrido esto. Durante la época de Velasco se buscaron distintos elementos que contribuyeran con su ideario nacionalista y uno de ellos fue la música. Ello recayó en la creatividad de un compositor, Polo Campos, quien contribuyó con el pedido de crear canciones criollas de exaltación patriótica que fueran con la línea aquella. Polo Campos no era un cualquiera. A pesar de su origen ayacuchano alcanzó un éxito extraordinario surtiendo de melodías a la industria fonográfica peruana que estaba necesitada de temas que, por su llegada, fueran vendibles y así resultara un buen negocio invertir en ellas.

Esa resultó ser la era de oro de la música criolla pero también su fin. Se la transformó de ser una manifestación de una forma de vida (criolla) a ser únicamente una "canción", un valse, festejo o polca, desligándola de sus raíces y causales. Ya no era el criollo quien la creaba y entregaba a la sociedad sino el "especialista en crear música criolla para las ventas" el que instalaba el género en el imaginario colectivo nacional. ¿El resultado? Mientras que la industria del disco desapareció hasta el día de hoy la idea de música criolla vinculada a la fiesta, diversión, jarana o juerga quedó entre la gente, así como la idea de que "es patriótica".

Cómo se ve a la música criolla
Por supuesto que toda canción puede ser patriótica (como lo demuestran muchos valses hechos durante la Segunda Guerra con Chile así como la denominación de "marinera" creada por Gamarra) pero eso no la vuelve "patriotera", y hoy por hoy, si hay alguna música "patriotera" esa es la criolla, aquella que utilizando letras elementales y pegajosas demuestra una "peruanidad" que casi solo sirve para los eventos deportivos, nada más. Los "criollos" son ahora personajes pintorescos dedicados, como si fueran "personal trainers", a levantar el entusiasmo por los símbolos patrios apoyando, quieran o no, a todos los gobiernos de turno.

¿Qué se ganó y qué se perdió? 
Se ganó en popularidad masiva, porque tanto en las barras bravas como en las reuniones familiares se opta por esta expresión salpicada de licor, bulla, gritos y fanfarria entendiendo que el criollismo es para destapar nuestros instintos más primitivos envueltos en una bandera. Pero se perdió todo lo demás: el afecto, la pasión, la poesía, el retrato popular, la sensibilidad, el cariño, la sutiliza y sobre todo: la inteligencia. Una letra más o menos bien escrita resulta ser "demasiado complicada" para saltar y gritar en un partido de fútbol. Canciones como las de Chabuca Granda, la máxima expresión de cultura en dicho género, son detestadas por muchos músicos por ser "muy tristes y aburridas", solo para pituquitas delicadas.

En conclusión
Si hay alguna explicación a la decadencia de la música criolla peruana actual es por causa de su vulgarización patriotera y por la idea comúnmente aceptada que "es para la juerga" y no para el cerebro, para el alma ni para cualquier otra cosa. La juventud prefiere el género rap o hip hop (que nada tienen que ver con nuestra realidad) para expresarse, aunque esto dista mucho de llamarse música y aún está a años luz de ser poesía. No opta por lo criollo porque no lo ve "serio", y muchos artistas no se dan cuenta de ello y prefieren dejarlo así. Los pocos cultores "privados" de los llamados centros music
ales se dedican más a una labor de investigación histórica (canciones "del pasado") como si el solo rescatar lo antiguo fuera suficiente. Conocer el pasado es fundamental siempre y cuando se mire hacia el futuro. Quedarse en él es condenarlo a la muerte.

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