domingo, 25 de marzo de 2018

Mitos que se caen junto con PPK

La caída del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski nos deja un sabor amargo a todos puesto que con él se caen una serie de ideas que hasta hace poco creíamos que eran de algún modo “verdades” indudables. Resumo diez de ellas pero pueden ser más o bien pueden no ser las correctas, pero son aquellas que, a mi parecer, se han venido repitiendo insistentemente en los medios de comunicación durante los últimos años.

1. El país es una empresa
No lo es y, por lo tanto, no puede ser gerenciado por un empresario, un economista o un contador. La misión u objetivo de un país no es “producir ganancias” o hacer buenos negocios; la razón de ser es el bienestar y beneficio de sus pobladores y para ello no es requisito buscar la mayor rentabilidad en las finanzas, como lo demuestran varios países que logran ingentes ingresos a la par que tienen a sus pueblos en la más absoluta miseria.

2. Los tecnócratas son los mejores para gobernar
Los especialistas o tecnócratas son expertos en su oficio específico pero no tienen las condiciones ni la preparación para el mando o conducción política de una nación. No es lo mismo ser el técnico que el piloto, el mecánico que el capitán.

3. La economía lo es todo, estúpido
El dinero por sí solo no hace nada: necesita a una persona que lo sepa usar. Ganar mucho dinero no hace a nadie más inteligente ni capaz. Los mayores logros se pueden realizar con mínimos recursos si se utiliza bien la inteligencia y el esfuerzo humano, como así lo demuestra la historia de la humanidad. Ser rico tampoco lleva a nadie a la felicidad, como lo podemos observar por la enorme cantidad de ladrones, narcotraficantes, herederos y ganadores de loterías que están lejos de ser considerados como felices. La felicidad no es tener sino estar satisfecho con lo que se tiene.

4. Las inversiones son lo más importante
Se puede invertir en un negocio que vaya en perjuicio del ser humano y de la naturaleza, se puede invertir de mala forma, en contra de las leyes y mediante corrupción (como nos lo demuestra el caso Lava Jato), se puede invertir en empresas que buscan principalmente explotar y aprovecharse de la pobreza de la gente (como sucede en todos los países subdesarrollados). Invertir por invertir no resuelve nada y más bien puede empeorar las cosas si es que de por medio no hay una idea clara de qué se quiere lograr con dichas inversiones.

5. El Congreso es inútil
La diferencia entre la monarquía, la dictadura y la democracia es que ésta última requiere para serlo de un Congreso donde se albergue a la oposición para que exista un equilibrio de poderes y se expresen e investiguen los que encuentran las fallas de cada gobierno. Además el Congreso es el que elabora las leyes en función a los intereses de la población y no de los grupos de poder. Eliminar al Congreso, por la razón que sea, es abandonar el régimen democrático.

6. La corrupción la cometen los funcionarios públicos
La corrupción, como el matrimonio, es un acto de dos: del público y del privado, donde el privado busca al público para obtener de ello una ganancia ilegal. El caso Lava Jato muestra que el origen de la corrupción está en la ambición de los privados por obtener ventajas a costa de los públicos a quienes se les ofrece dinero por ejecutar malas maniobras. Por ello la corrupción debe ser combatida con la misma severidad tanto en la parte privada como la pública.

7. La derecha o la izquierda son de por sí malas
Tanto la derecha como la izquierda en todas partes del mundo tienen que coexistir, cada una representando a un sector de la población. Si prevalece solo una y se margina a la otra se genera un desequilibrio que suele terminar en caos o guerras civiles. Un gobierno estable debe procurar siempre aceptar que ambas posturas coexistan y para ello se debe buscar el término medio que permita alcanzar el equilibrio como punto de acuerdo entre las dos partes.

8. El país debe estar alineado con el poder mundial de turno
Las grandes potencias tienen sus propios intereses que no contemplan los de los otros pueblos, y todo gobierno debe tener siempre presente ello. El escuchar y obedecer al poderoso no asegura que el gobierno interno sea estable y que su población esté de acuerdo con que se oriente todo solo para beneficiar a los negocios y empresas extranjeras. Ni a Toledo ni a PPK les sirvió de nada poner sus gobiernos al servicio de Washington; sin un mínimo de autonomía para pensar en el propio país se cae en el extremo de la desnacionalización que lleva a la larga a un descontento profundo y a una inevitable crisis.

9. La política es enemiga de un buen gobierno
Todo el que participa en la administración pública hace política y haga lo que haga afectará al país. Nadie es absolutamente neutral pues toda persona tiene al menos una idea vaga de lo que es la política. Aducir que se es técnico o que solo se obedece órdenes es una manera de justificarse pues nada obliga a que una persona no pueda renunciar a su puesto si nota que algo no se está haciendo bien. Todos somos políticos a pesar nuestro y no hay forma de eludirlo.

10. Los novatos son preferibles a los viejos
Las recientes elecciones han demostrado que los “nuevos”, los que nunca han hecho política partidaria, los “outsiders”, pueden ser tanto o más capaces de ser corruptos o hacer peor las cosas. El no haber participado nunca en nada no asegura la probidad y eficiencia de nadie. El provenir de la empresa privada o de una gerencia particular no significa que se sabrán hacer correctamente las cosas y con la necesaria honradez requerida.

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