La caída del gobierno de
Pedro Pablo Kuczynski nos deja un sabor amargo a todos puesto que con él se
caen una serie de ideas que hasta hace poco creíamos que eran de algún modo
“verdades” indudables. Resumo diez de ellas pero pueden ser más o bien pueden no
ser las correctas, pero son aquellas que, a mi parecer, se han venido
repitiendo insistentemente en los medios de comunicación durante los últimos
años.
1. El país es una empresa
No lo es y, por lo tanto,
no puede ser gerenciado por un empresario, un economista o un contador. La
misión u objetivo de un país no es “producir ganancias” o hacer buenos
negocios; la razón de ser es el bienestar y beneficio de sus pobladores y para
ello no es requisito buscar la mayor rentabilidad en las finanzas, como lo demuestran
varios países que logran ingentes ingresos a la par que tienen a sus pueblos en
la más absoluta miseria.
2. Los tecnócratas son los mejores para gobernar
Los especialistas o
tecnócratas son expertos en su oficio específico pero no tienen las condiciones
ni la preparación para el mando o conducción política de una nación. No es lo
mismo ser el técnico que el piloto, el mecánico que el capitán.
3. La economía lo es todo, estúpido
El dinero por sí solo no
hace nada: necesita a una persona que lo sepa usar. Ganar mucho dinero no hace
a nadie más inteligente ni capaz. Los mayores logros se pueden realizar con
mínimos recursos si se utiliza bien la inteligencia y el esfuerzo humano, como
así lo demuestra la historia de la humanidad. Ser rico tampoco lleva a nadie a
la felicidad, como lo podemos observar por la enorme cantidad de ladrones,
narcotraficantes, herederos y ganadores de loterías que están lejos de ser
considerados como felices. La felicidad no es tener sino estar satisfecho con
lo que se tiene.
4. Las inversiones son lo más importante
Se puede invertir en un
negocio que vaya en perjuicio del ser humano y de la naturaleza, se puede
invertir de mala forma, en contra de las leyes y mediante corrupción (como nos
lo demuestra el caso Lava Jato), se puede invertir en empresas que buscan
principalmente explotar y aprovecharse de la pobreza de la gente (como sucede
en todos los países subdesarrollados). Invertir por invertir no resuelve nada y
más bien puede empeorar las cosas si es que de por medio no hay una idea clara
de qué se quiere lograr con dichas inversiones.
5. El Congreso es inútil
La diferencia entre la
monarquía, la dictadura y la democracia es que ésta última requiere para serlo
de un Congreso donde se albergue a la oposición para que exista un equilibrio
de poderes y se expresen e investiguen los que encuentran las fallas de cada
gobierno. Además el Congreso es el que elabora las leyes en función a los
intereses de la población y no de los grupos de poder. Eliminar al Congreso,
por la razón que sea, es abandonar el régimen democrático.
6. La corrupción la cometen los funcionarios públicos
La corrupción, como el
matrimonio, es un acto de dos: del público y del privado, donde el privado
busca al público para obtener de ello una ganancia ilegal. El caso Lava Jato
muestra que el origen de la corrupción está en la ambición de los privados por
obtener ventajas a costa de los públicos a quienes se les ofrece dinero por
ejecutar malas maniobras. Por ello la corrupción debe ser combatida con la
misma severidad tanto en la parte privada como la pública.
7. La derecha o la izquierda son de por sí malas
Tanto la derecha como la
izquierda en todas partes del mundo tienen que coexistir, cada una
representando a un sector de la población. Si prevalece solo una y se margina a
la otra se genera un desequilibrio que suele terminar en caos o guerras
civiles. Un gobierno estable debe procurar siempre aceptar que ambas posturas
coexistan y para ello se debe buscar el término medio que permita alcanzar el
equilibrio como punto de acuerdo entre las dos partes.
8. El país debe estar alineado con el poder mundial de turno
Las grandes potencias
tienen sus propios intereses que no contemplan los de los otros pueblos, y todo
gobierno debe tener siempre presente ello. El escuchar y obedecer al poderoso
no asegura que el gobierno interno sea estable y que su población esté de
acuerdo con que se oriente todo solo para beneficiar a los negocios y empresas
extranjeras. Ni a Toledo ni a PPK les sirvió de nada poner sus gobiernos al servicio
de Washington; sin un mínimo de autonomía para pensar en el propio país se cae
en el extremo de la desnacionalización que lleva a la larga a un descontento
profundo y a una inevitable crisis.
9. La política es enemiga de un buen gobierno
Todo el que participa en la
administración pública hace política y haga lo que haga afectará al país. Nadie
es absolutamente neutral pues toda persona tiene al menos una idea vaga de lo
que es la política. Aducir que se es técnico o que solo se obedece órdenes es una
manera de justificarse pues nada obliga a que una persona no pueda renunciar a
su puesto si nota que algo no se está haciendo bien. Todos somos políticos a
pesar nuestro y no hay forma de eludirlo.
10. Los novatos son preferibles a los viejos
Las recientes elecciones
han demostrado que los “nuevos”, los que nunca han hecho política partidaria,
los “outsiders”, pueden ser tanto o más capaces de ser corruptos o hacer peor
las cosas. El no haber participado nunca en nada no asegura la probidad y
eficiencia de nadie. El provenir de la empresa privada o de una gerencia
particular no significa que se sabrán hacer correctamente las cosas y con la
necesaria honradez requerida.
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