domingo, 23 de octubre de 2011

Las lecciones que dejan los asesinatos de Estado

Después de ver el espantoso drama de la muerte de Gadafi no queda sino sentir una honda preocupación por la manera cómo se resuelven las cosas en el mundo contemporáneo. Ver por un lado cómo la tecnología, que es tan amada e idolatrada por todos, sirve, principalmente, para el dominio y el control de la humanidad. No es un secreto que hoy existen grandes mecanismos como ECHELON —que es un sistema que filtra todas las comunicaciones del mundo, sean telefónicas o vía Internet— como también que los satélites que nos observan día a día son utilizados para saber dónde estamos y qué hacemos.

Claro, para muchos esas son tonterías o “teorías de la conspiración”, pero para la mayoría sin embargo se trata de algo bueno y justificable en vista que estamos amenazados por el “terrorismo”, y eso justifica que nos revisen hasta en nuestra intimidad en pro de nuestra seguridad. Más importante que nuestras libertades y derechos es la seguridad, pues sin ella no estaríamos vivos para reclamar todo lo demás.

Esta es la política actualmente seguida por Estados Unidos: hacer lo que le parece con el argumento que ello es por nuestro bien, por el bien de los países “libres”, que son aquellos que siguen puntualmente su política de Estado. Todos los principios que antes conocíamos como fundamentales tanto por las religiones como por la Doctrina de los Derechos Humanos han quedado de lado puesto que lo prioritario es combatir al enemigo que amenaza nuestra vida, nuestra forma de vivir y que nos odia y nos envidia. Ellos son todos esos líderes hollywoodenses transformados en satánicos dictadores de países pobres a quienes se les culpa de todos los males del planeta.

Pero ¿qué consecuencias puede traer todo esto? Pues que tarde o temprano se abrirá paso a una reacción similar a la que está ocurriendo ahora con respecto al capitalismo o a la sociedad de mercado: se lo negará. En algún momento el mundo reaccionará indignado ante la estrategia del miedo que justifica cualquier cosa —incluyendo el asesinato de Estado— puesto que así como el ser humano puede ser miserable y cruel igualmente tiene su contraparte que es la noción del principio de la tolerancia y el buen vivir. No olvidemos que siempre que una civilización entra en su etapa de corrupción final, como es el caso de USA, aparecen los movimientos opuestos que intentan reivindicar los valores perdidos o negados. Solo por poner un ejemplo recordemos el éxito que tuvo el Cristianismo en pleno auge del Imperio Romano y cómo sus “antivalores”, en vez de ser rechazados, fueron vistos como liberadores, como aquellos que podían enfrentarse a la maquinaria de poder que todo lo validaba por la seguridad del Imperio; incluyendo genocidios de pueblos “terroristas”.

Hoy vemos cómo la tecnología militar norteamericana es capaz de asesinar a sangre fría con sus drones (aviones sin tripulante teledirigidos) y cómo son capaces de distinguir una mosca en todos los puntos de la Tierra, de modo que nadie puede transitar por ningún lado sin ser detectado al detalle (que fue lo que ocasionó la muerte de Gadafi al ser reconocida su caravana al huir). De continuar esto mañana veremos a líderes y a personas comunes siendo amenazadas desde el aire sin que lo sepan si es que no acatan la voluntad del todopoderoso país. Los niveles de precisión son tales que pueden acertar a un automóvil sin afectar al que está a su costado (como se ha comprobado numerosas veces con las muertes de líderes palestinos en plenas pistas).

Por ahora la mayoría de la población, temerosa por los supuestos “terroristas” que nadie ve y que pueden estar bajo nuestra cama, acepta resignada porque piensa que es por su bien (como se piensa en todos los aeropuertos), pero eso lo que anuncia es la aparición de nuevos cristianismos anti imperiales que desarrollarán nuevas filosofías donde el vivir no sea convivir con el miedo y el guardián sino un nuevo acto de libertad plena y de convicción que la existencia no tiene que darse dentro de una selva misteriosa y maligna donde la consigna es matar para que no te maten. Así ha pasado antes y así pasará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario